Dades personals

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divendres, 20 de desembre del 2019

Paco y su rutina.


Paco era muy disciplinado. Trabajaba en una multinacional dedicada a las aplicaciones de móviles en una oficina en el barrio del Poble Nou en Barcelona. Su trabajo en la administración burocrática de la empresa era aburrido hasta morirse, pero a él le gustaba. Su vida era monótona y él estaba encantado. Cada día fichaba a las 7:00 de la mañana. Salía a comer a las 13:00, volvía a fichar a las 14:00 y se iba a su casa a las 16:30. Cada día, siempre lo mismo.
Vivía en Cornellá de Llobregat, en el barrio de Gavarra. Cada día cogía el metro para llegar al trabajo. 45 minutos en los que se dedicaba a repasar los periódicos locales en su Iphone 5S. Prefería leer prensa local, ya que no le importaba mucho lo que pasaba en el mundo. Su vida era monótona y sencilla, y él no estaba dispuesto a cambiarla por nada.
Todos los días eran iguales, salvo los domingos, que por regla general no salía de casa, siempre hacia lo mismo. No tenía hobbies, no iba al gimnasio, no le gustaba pasear, ni salir con los amigos. No se emborrachaba, ni le gustaba ir a bares. Nunca había tenido novia. Tampoco la había buscado.
Los viernes por la tarde iba al supermercado a comprar todo lo que iba a necesitar la semana siguiente. La sección de productos de limpieza era su favorita. Su casa estaba siempre limpísima. Se hacia la cama cada día. Lavaba las sábanas cada dos días, nada le sacaba de su rutina.
Sus vecinos apenas le conocían. Siempre intentaba no cruzarse con nadie en el rellano de la escalera, y cuando lo hacía, se hacia el escurridizo para no tener que entablar ni la más minina conversación.
Últimamente había perdido algo de peso, por lo que decidió ir al médico de cabecera. Se hizo una analítica y fue a ver a su doctora. La doctora Coria.
Los resultados no fueron buenos. Le encontraron algo que él no había oído en su vida, hipertiroidismo. Le dieron hora con el endocrino en el ambulatorio de los especialistas de la calle Bellaterra para una semana después. Rápidamente fue a Google a ver qué era eso del hipertiroidismo. Resulta que la tiroides estaba revolucionada y hacia que perdiera peso, tuviera insomnio, le temblaran las manos,… pero nada importante. Unas pastillitas (tirodril) y con el tiempo todo curado.
No había sido nunca hipocondriaco, y no iba a empezar a serlo ahora, por lo que se lo tomo con calma y siguió con su vida normal. Trabajo, casa, limpieza, trabajo, casa, limpieza…
Pero un día, mientras veía La Ruleta de la Fortuna, uno de los pocos programas que le entretenían desde que retiraron de la programación Pasapalabra, empezó a sentirse raro. No es que se encontrara mal, pero la pierna derecha daba la sensación que se le dormía. Poco a poco noto que  la parte derecha de la cara se empezaba a dormir. Se asustó un poco, pero poco a poco se le fue pasando y empezó a sentirse bien. Se levantó, se acercó a la nevera y se tomó una coca-cola, pensaba que había sido una bajada de tensión, o incluso una subida.
Volvió a sentarse en el sofá. Y fue entonces cuando le dio el chungo grande.
Le encontraron tres semanas después. El mal olor del cadáver había hecho que la vecina llamara a los mossos y ellos abrieran la puerta a martillazos, ya que la puerta de seguridad que Paco tenía, no permitía que un cerrajero normal la abriera.
Resulta que los ahogos que había tenido los últimos días habían sido causados por una arritmias que el hipertiroidismo le había causado.
Esas mismas arritmias le habían producido dos infartos cerebrales. Dos coágulos de sangre le habían ido al cerebro. El segundo le había dejado inconsciente. Había tardado 20 horas en morirse. Si hubiera tenido gato, se lo hubiera comido, pero como la casa estaba tan limpia, incluso los gusanos tardaron varios días en actuar.

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