Hace un mes volví a ver la película El Planeta de
los Simios. Seguidamente no pude evitar ver las cuatro secuelas e incluso la
serie de televisión. Encontré errores entre ellas y a la mínima que alguien me
preguntaba, le sacaba el tema. Como (casi) todo en mi vida, pasó rápido, en
poco tiempo no me acordaré de que iba la tercera película, ni de que es
incongruente que en la primera imagen de la serie salga un niño con un perro,
si en las películas nos habían explicado que su extinción fue lo que causó el
desarrollo de los simios…
Estos días de encierro no me están sentando bien.
Llevo más de veinte películas vistas. De todo tipo, antiguas, nuevas, de las
que ya había visto pero quería volver a ver y de las que en su momento se me
pasaron y no encontraba tiempo para verlas.
He visto auténticos truños y verdaderas obras de
arte. Revisitar a maestros como Hitchcock nunca viene mal. Había una de Stanley
Kubrik que no había visto y ahora ha sido el momento. He visto muchas de las
que hace dos días estaban en los cines, pero gracias a la pandemia ya están
disponibles online.
El otro día vi “Into the Wild”, llamada aquí Hacia
Rutas Salvajes. Es una película de 2007 dirigida por Sean Penn, con Emile
Hirsch de actor principal. Reconozco que cuando acabe de verla tenía
sentimientos contradictorios. Como película me gustó mucho, la dirección de
Penn es buena y técnicamente es una maravilla, aunque el verdadero trabajo lo
hacen los paisajes de Estados Unidos. La música, con canciones de Eddie Vedder,
es sublime.
(ATENCION SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ)
Está basada en la historia real de Christopher
MacCandles que, recién licenciado de la universidad decide irse a vivir como un
mendigo. Te lo cuentan como si escogiera la naturaleza por encima de sociedad,
y es cierto que durante toda la historia va diciendo que quiere irse a Alaska a
vivir en soledad. Pero vemos como vive como un auténtico homeless. Al principio
dona todo su dinero (más de 24000 dólares) a la caridad, pero en algunos
momentos de la película lo vemos trabajando en un Burguer King. Lo que quiero
decir es que en el fondo el personaje es un gilipollas. Deja a su familia sin
decirles a donde va, con la excusa de que en casa había violencia doméstica por
parte de su padre. Yo me pregunto qué pasa entonces con su madre y su hermana.
Las abandona igual.
Finalmente llega a Alaska. Según la película,
encuentra en medio de la nada un autobús vacío y vive en él durante cuatro
meses. Cuando decide volver, el rio que cruzó andando ahora ha crecido y el
paso es imposible, por lo que vuelve al autobús. Allí, ante la imposibilidad de
cazar, empieza a comer hierbas silvestres. Se come unas venenosas y se muere.
Esta historia ha creado el mito de Alexander
Supertramp, que así es como se hacía llamar Christopher McCandles. El hombre
por encima de la naturaleza, la sociedad humana que empobrece al hombre… y yo
digo ¡gilipolleces!.
Él se muere porque no estaba preparado, no le vence
la naturaleza, le vence su estupidez. Resulta que el autobús está a unos 60
quilómetros de un pueblo. Además, si tanto quería estar en la naturaleza,
¿porque duerme en un autobús, y no en una cueva o una cabaña?
A raíz de esta historia se ha creado el mito del “Magic Bus”, que era
como él llamaba a “su” autobús. Ahora, la gente visita el bus como si fuera
Lourdes. En Youtube puedes encontrar montones de gente que han ido y dormido
allí. Algunos incluso llegan en coche, otros alquilan un helicóptero… Varios se
han muerto intentándolo. Lo que hace que los habitantes de la zona este hartos
de los turistas del mito.
Lo último que dejó escrito fue “Happiness is only
real when shared”, la felicidad solo es real cuando se comparte.
Epilogo.
Como curiosidad mirad lo que se puede ver en varios
vídeos colgados en youtube en el último año:
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