Dades personals

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divendres, 17 d’abril del 2020

Memorias de Instituto


           
Había estado lloviendo toda la mañana y, como suele ser habitual, llegué al gran árbol del parque alrededor de las siete de la tarde, 15 minutos tarde como es habitual. Era sábado y lo más probable era que fuéramos al cine.
            Todos mis amigos fueron llegando, el Toni, el Josep y la Penélope. Como siempre la conversación rondaba alrededor de los problemas del instituto, del partido de rugby jugado el día anterior y de la Nuri, la nueva novia del Josep, que seguía diciendo que no era su novia aunque llevara el cuello lleno de marcas moradas.
            Entre unas cosas y otras, se hicieron la ocho y aun no habíamos decidido que película íbamos a ver. Penélope se había encoñado en ver la nueva película de la Roberts, pero la mirada de asesinos del resto del grupo la sedujo a cambiar de idea. Como no nos aclarábamos decidimos ir a los multicines Van Dame donde allí podríamos elegir tranquilamente. Al llegar vimos que además de la última película de la Roberts hacían "Las perversiones sexuales de una niña adelantada" de J.L.Garci, "Ella tuvo la culpa" de J. McEnroe y La nueva película de Joselito, realizada enteramente gracias a la realidad virtual, que se titulaba "La venganza de Joselito".
            Por aquello de la tecnología nos decidimos por esta última. Después de hacer cola para comprar las entradas nos dirigimos la hamburguesería de la esquina ya que la película no empezaba hasta las diez y media. La hamburguesería solo llevaba abierta un mes, era una nueva cadena que se estaba extendiendo por todo el país y que su público era mayoritariamente la juventud, de hecho su eslogan era repetido una y otra vez por todas las cadenas de televisión, por la emisoras de radio y por todos los carteles de las ciudades más grandes de 10.000 habitantes:
PUS & BURGUER, Las Hamburguesas de la Juventud, por eso tienen ACNÉ. La campaña había sido un gran éxito, sobretodo porque era verdad, las hamburguesas que allí vendían tenían bolitas de queso que, repartidas por toda la carne, parecían granos de pus. Fue una apuesta fuerte pero triunfaron gracias a que la juventud actual tenía el coeficiente intelectual por debajo de la media y no hubo ningún reparo a la hora de comerse unas hamburguesas con pinta de niñato con granos de pus.
            Después de comprar la comida nos sentamos en la mesa más cercana a la puerta para poder ver a las tías que por allí pasaban. La hamburguesa de aquel día estaba realmente asquerosa y grasienta y no pude terminármela así que se la di a Penélope, que la tragó de dos bocados. Pese a lo que pudiera parecer la Penélope tenía una figura casi perfecta y una cara con la que podría triunfar en el mundo de la publicidad. Nadie sabía cómo era posible que, comiendo toda la mierda que comía, se mantuviera con esa figura. Aunque realmente daba lo mismo pues su forma de vestir andrógina y su descuidada limpieza hacía que pocas le tuvieran envidia y pocos se la rifaran. Después de observar cómo se comió mi hamburguesa, mis dudas sobre la calidad de la carne utilizada en ella fueron incrementándose, desde que había visto el informe de la OMS en la tele diciendo que uno de los países suministradores de carne a Pus & Burguer era Somalia, cada vez que me encontraba un huesecillo en una se, me revolvía el estómago.
            Mientras ellos seguían comiendo, mi vista se fue perdiendo por el techo, mal pintado por cierto, del local. Fue entonces cuando me di cuenta de la música que sonaba, el pesado de Jim Morrison seguía sonando: "Let's swim out tonigth, love, it's our turn to try, parked beside the ocean, on our moonlight drive..."
No, es que The Doors no me gustaran, pero desde que una pandilla de desalmados profanara su tumba, se masturbaran con los restos de carne que quedaban y se fumaran el cráneo después de triturarlo, en todas las emisoras de radio y programas musicales solo sonaban ellos. De hecho era el grupo más vendido del año ya me estaba empezando a cansar.
            Intentando no hacer mucho caso a la música mi vista se fue fijando en la decoración del local. Las paredes estaban empapeladas con papel de periódico recortado y pegado al azar y unos cuantos cuadros colgaban de las paredes más grandes. Entre ellos me pareció distinguir uno que representaba claramente una lata de sopa Cambell's de Andy Warhol, lo único extraño era que en vez de poner el tipo de sopa que era, ponía Pus & Burguer. Este era el único cuadro que podía identificar, el resto eran unos cuadros muy extraños. La verdad es que si conocía a Warhol era por la envidia que le tenía por ser un personaje que había pasado de la nada, a vivir en la riqueza, y además disfrutarlo. El cuadro que estaba inmediatamente a continuación representaba una cara de una mujer dibujada con trazo típico de cómic que tenía un letrero en forma de bocadillo que decía "M-MAYBE HE BECAME ILL AND COULDN'T LEAVE THE STUDIO!". Era un tipo de arte que no entendía y sobretodo el hecho de que la cara de la mujer estaba llena de puntitos rojos me hizo pensar que tenía varicela y esos puntos eran el "Acné de la juventud" del que hablaba el eslogan de la hamburguesería. Al otro lado de la puerta de entrada había uno que a mí me pareció de lo más maricón. Representaba a un tío duchándose agachado como recogiendo el jabón mientras el agua le caía en la espalda de forma que parecía que daba el culo al público. Todo me pareció tan fuera de lugar que me fijé en el cartelito que indicaba el nombre: Man in Shower in Beverly Hills, 1964 de DAVID HOCKNEY. Pues vaya con el tal Hockney, seguro que era un pedazo de maricón. El resto de cuadros eran fotos en blanco y negro de tíos que parecían sacados del baúl de los recuerdos. Debajo de cada foto ponía sus nombres: ROBERT INDIANA, RICHARD HAMILTON, JASPER JOHNS, ROY LICHTENSTAIN, CLAES OLDENBURG... Me dio la sensación de que eran pintores, porque detrás de ellos se veían cuadros.
            Take it easy, baby, take it as it come. Don't move too fast if you want your love to last, you've been movin' much too fast...
            El pesado del Morrison seguía dando la paliza y el Josep inició su habitual charla-monólogo sobre la Nuri.
            -Pues no es que sea mi novia, ya que llevamos una relación muy espiritual...
            -¿Ya te la has jodido? -preguntó la tierna y sensible Penélope.
            -¡Tía, tú tienes un problema muy gordo y creo que te lo voy a solucionar de una buena ostia! -gritó el Josep de forma que todo el bar se enteró de su pequeña discusión.
            -Bueno so gilipollas, callaros de una puta vez, que parecéis tontos del culo, con todo el tiempo que os conocéis y aun discutís por cualquier tontería.
            -Es esta idiota que no deja de meterse conmigo por la envidia que tiene de que me lleve bien con una persona de su mismo sexo.
            -No digas tonterías, que la tonta de la Nuri me parece que no debe de tener ni sexo.
            -Callaros ya que no hay quien os aguante -ese era yo que intervine para finalizar la discusión.
            En ese preciso momento entraron en la hamburguesería un grupo de tías que todos conocíamos. Eran las tontas del COU  que, aunque su coeficiente intelectual no fuera muy alto, tenían un gran atractivo, sobre todo por las tetas y los cuerpazos que gastaban. Nuestra pequeña discusión se detuvo al instante, ya que estas tías eran algo digno de observar. Ellas, como es normal, ni se fijaron en nosotros, y es que cuando unas chicas como estas llegan a COU ya se creen con derecho a no mirar a la cara ni a los de tercero. Si hubiéramos sido los pringados del fútbol o del baloncesto, quizás nos habrían sonreído, pero a unos matados que practican un deporte que no conoce nadie no merecía la pena ni olerles. En el instituto las jerarquías estaban muy marcadas, los chicos se regían según sus deportes, siendo el fútbol el escalafón más alto a la hora de conseguir las mejores tías y el voleibol el más bajo, muy cerca del rugby. Las tías en cambio se regían según calidad y cantidad física, es decir, según lo buenas que estaban iban con un grupo u otro. Había algún grupo femenino formado por deportista, como las del atletismo o de esgrima, pero aquí lo que abundaban eran las marimachos y las lesbianas declaradas. Nosotros, al pertenecer al equipo de rugby, no pintábamos nada en el instituto. De vez en cuando alguna tonta se asombraba del deporte que practicábamos y alguno llegaba a comer algo, pero lo lógico era que si alguien conseguía alguna mujer fuera lejos del instituto.
            La subida de adrenalina que nos produjo la minifalda que llevaba la morena del grupo, fue de las hacen época. Era la tonta de la Anabel. Era el cuerpo con más admiradores del instituto y el cerebro con menos materia gris de la comarca. Siempre salía con chicos mayores, normalmente universitarios, aunque en este caso iba acompañada de sus amigas. Todo el bar, sobretodo la sección masculina, se entretuvo en admirar ese maravilloso cuerpo; ahora que lo pienso creo que su culo era la imagen más observada de la zona, a excepción de las ruinas de la Sagrada Familia, of course.
            La conversación volvió a ser trivial y yo volví a encerrar mis pensamientos en el techo mal pintado. Sobre todo, pensaba, en lo que había hecho de con vida. Nada. No había hecho nada, seguía viviendo con y de mis padres, estaba estudiando no se para qué y aún no había tenido una relación con alguna chica de forma normal. Todo habían sido noches locas, normalmente bañadas de alcohol y drogas, por lo que al día siguiente nunca me acordaba de nada, y aun me seguía considerando virgen.
            De repente mis pensamientos se interrumpieron ya que Toni recordó que solo faltaban 15 minutos para que empezara la película. Al salir nos cruzamos con el grupo de Anabel, a la que oímos comentar que también iban al cine a ver la película de Joselito.
            Nos dirigimos hacia el cine, en el que había una cola histórica que nosotros no hicimos por tener ya la entrada.
Todavía no habían apagado las luces, por lo que pudimos escoger sitio sin problemas. Aun le dio tiempo al Toni a ir a pillar unas palomitas. Cuando regresaba con una caja inmensa, se tropezó con Amabel, que estaba saliendo al pasillo desde la fila superior a la que nosotros nos encontrábamos. Solo se le cayeron unas pocas, pero estas fueron a parar al interior del tremendo escote de la morena que, en contra de lo que todos podíamos pensar, no gritó ni hizo ninguna escena, pues tras sacudirse las palomitas y la sal aceptó las disculpas de Toni. Este se sentó a mi lado con la cara todavía enrojecida. No nos dio tiempo a comentar el incidente, pues se empezaron a apagar las luces. Como siempre antes de la película pasaban unos anuncios y algunos tráiler de películas próximas a estrenarse. No les prestaba mucha atención pues aún seguía entrando mucha gente que se ponían en medio de la pantalla para quitarse las chaquetas. Hicieron algunos tráiler pero solo me fije en uno. La película se titulaba "¡Pero mira que eres tonta!", y según se podía entrever era la historia de una tía que estaba enamorada de un pavo que la tenía totalmente sometida. Al principio solo le prohibía salir con sus amigas, luego empezó a amenazarla y tras las amenazas llegaron las ostias, y al final, tras la ruina económica del negocio de venta ilegal de armas de él, ella tiene que prostituirse para poder mantenerle. Al final, y es que en estos putos tráiler te lo cuentan todo, ella va a matarle, pero al final se arrepiente y es el él que le pega un tiro. Cuando ella está a punto de morir, sus últimas palabras son: "Te perdono por todo". Desde luego esa película no la iba a ir a ver, paso de idiotas.
            Ya estaba empezando la película cuando noté que alguien desde el asiento de atrás derramaba sobre mi colleja una gran cantidad de líquido, que por lo que podía suponer, sería algún refresco. Me levanté rápidamente y allí estaba Anabel con cara de susto y de miedo. Por un momento pensé en decirle todo lo que pensaba de ella y de la gente como ella, pero recordé que hacía unos instantes ella no había dicho nada ante el encontronazo con Toni, por lo que acepté sus disculpas sin más.
            Me levanté, y me fui al lavabo para intentar secarme un poco. La camiseta de los All Black que llevaba puesta estaba empapada, pero al ser de color negro, tampoco se veía muy mal. Me seque como pude en la secadora de manos y volví al cine. La película seguro que ya había empezado, pero daba igual. Al salir del lavabo y llegar al bar, antes de llegar a la sala vi a Anabel. Me estaba esperando para pedirme disculpas. Yo no me lo podía creer. Sabia de mi existencia.
- tienes que disculparme, te he tirado la Coca-Cola por accidente.
- no pasa nada, como mi camiseta es negra, no se ve muy sucia.
- Es muy chula esa camiseta de Nueva Zelanda.
¡Cómo! ¡Anabel sabía que llevaba una camiseta de los All Blacks!, nunca hubiera imaginado que ella supiera eso.
-¿Te gusta? Me la regaló mi madre.
¿Pero por qué le decía yo eso?
-Ven, acércate –dijo ella.
Yo me acerque hacia ella, y fue entonces cuando ella acerco sus labios a los míos y me dio un morreo de los que hacen época.
Rápidamente, noté una gran erección que, supongo, ella también notó, por lo apretado que tenía su cuerpo al mío. Note sus curva apretándome el pecho y mis manos no pudieron hacer otra cosa que palpar el mejor culo de la comarca.
Era mi sueño hecho realidad. Todo era perfecto. Hasta que dejó de serlo.
Note como cada vez me chupaba más fuerte la lengua y como parecía que intentaba morderme.
La intenté apartar de mí, pero ella no se dejaba. Un segundo intento fue más efectivo. De un empujón salió disparada para atrás y se cayó de culo en la moqueta del bar del cine.
El espectáculo era alucinante. No sabía si mirarle la entrepierna que había dejado a la vista, o mirarle los ojos. Los ojos verdes que habían enamorado a todo un instituto, ahora estaban inyectados en sangre y me miraban con lujuria. En el momento que se abalanzo sobre mí, solo tuve tiempo de interponer mi codo con su cara, lo que hizo que se diera un golpe ella sola, lo que la volvió a dejar en el suelo. Esta vez la minifalda se le había subido del todo y dejaba a la vista de todo el mundo su hermoso pubis. Esta vez se había quedado KO. El golpe en el pómulo derecho la había dejado sin conocimiento. Fue cuando me agache para bajarle la falda y así tapar un poco sus intimidades, cuando oí los gritos que venían desde dentro de la sala del cine.
Entré en ella y el espectáculo era dantesco. La película había comenzado pero nadie le prestaba atención. La mitad de la gente estaba peleándose, la otra mitad estaba, bueno, estaba practicando algo parecido al sexo, pero con mucha más violencia de lo habitual.
Me acerque a mis amigos, aunque para hacerlo tuve que apartar a unos cuantos. En esos momentos era cuando mis 120 kilos y mi metro noventa más me habían ayudado de mi vida.
Llegué a donde ellos estaban y vi como el Toni se estaba peleando con una de las chicas de COU y como la Penélope y el Josep estaban liados en lo que parecía una orgia a 3 con uno de los chicos que acompañaban a las de COU. Pero había un detalle inexplicable. No se habían quitado la ropa, por lo que únicamente se estaban magreando. Los separé como pude y los llevé a rastras al exterior del cine. Una vez fuera, fueron despertando del trance en el que parecían que estaban.
-Las palomitas, han sido las palomitas –repetía Penélope de manera inconexa
- ¿Qué dices? ¿Cómo que las palomitas?
- las palomitas sabían raro y el comerlas ha empezado todo.
Era verdad, yo no las había probado, y por eso a mí no había pasado nada.
Poco a poco todo el mundo salió del cine. Muchos estaban completamente amoratados, otros casi desnudos, pero todos, sobretodo, completamente avergonzados. Casi nadie se miraba los ojos, todos iban saliendo en silencio. Vimos pasar a todos y cuando ya el cine estaba completamente vacío vimos salir a Anabel cogida de las manos de sus amigas. Todas estaban casi desnudas y se tapaban como podían. Ella tenía la cara amoratada y el ojo derecho completamente cerrado por culpa de la hinchazón. Al pasar por mi lado se paró, se puso delante mío, me paso la mano derecha por mi carrillo izquierdo, se acercó a mi oído y me susurró:
-llámame.
Volví a empalmarme.
Fuimos al bar que estaba delante del instituto, a poco más de cien metros del cine. Nos pedimos unas coca colas. Seguíamos en silencio. Nadie se atrevía a preguntar que había pasado.
La respuesta vino de la televisión. Las noticias explicaban que un grupo denominado World Life había atacado a todos los cines de la comarca. Se habían infiltrado entre los trabajadores y habían saboteado las palomitas de todos los cines. Habían añadido algo. Algo relacionado con LSD que potenciaba la personalidad sexual de quien ingería el producto.
Era el ahora conocido como ECOTERRORISMO.



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