Dades personals

No te creas nada de lo que leas, y mucho menos de lo que no leas aquí.

dijous, 19 de març del 2020

La Cuarentena


La casa de Antonio parecía perfecta. Anna, Julia y Marta habían avisado que llegarían sobre las 15.00.  Marco y Ferran llegarían más tarde. Esa mañana del día 14 de marzo habían decidido que si tenían que hacer cuarentena, la iban a hacer juntos. Se habían repartido lo que cada uno iba a llevar. La casa de Antonio era grande y estaba lo suficiente aislada para hacer que esta cuarentena se llevara de manera más rápida.
Los 6 eran jóvenes de 30 años sin muchas cargas familiares. Antonio vivía solo en la casa que le habían dejado sus padres. Era escritor, aunque nunca había publicado nada. Ferran y Anna llevaban un año viviendo juntos. Se conocían desde la adolescencia y siempre habían sido los novios ideales. Julia y su hermana Marta Vivian con sus padres en un piso de la calle Valencia en Barcelona. Las dos eran maestras de primaria, no tenían novio e iban siempre juntas. Marco era abogado, trabajaba en Barcelona, pero vivía en Hospitalet. Todos se conocían desde hacía muchos años. Habían hecho muchos viajes juntos y, normalmente, se consultaban para tomar decisiones importantes. Por eso, cuando el presidente del gobierno declaró el estado de alarma en todo el país, decidieron recluirse juntos.
El puto Coronavirus estaba asolando el país, y ellos habían decidido que si llagaba el fin del mundo, lo iban a pasar juntos.
Fueron llegando poco a poco. Cada uno había traído comida, bebida,… todo lo que pudieran necesitar. Sabían que tendrían que salir a comprar, pero eso era algo que aún no les preocupaba. La casa de Antonio era espaciosa, con 5 habitaciones y un enorme comedor con chimenea. Fueron almacenando toda la comida en la gran nevera que había en la cocina y empezaron a repartirse las habitaciones.
La casa estaba en Sant Esteve Sesrovires, pero el centro de Martorell estaba más cerca que el centro de Sant Esteve. A escasos 150 metros de la casa pasaba la carretera que unía Piera con Martorell, pero estaba lo suficientemente escondida para que solo se pudiera llegar a ella si se había ido antes. Era el sitio perfecto para esconderse del mundo. El coronavirus no era el apocalipsis zombie, pero ellos querían alejarse lo máximo del resto de gente.
Una vez acomodados se sentaron alrededor de la gran mesa de mármol que había en el comedor.
Cada uno de ellos fue explicando cómo habían cerrado sus casas y como se habían despedido en el trabajo.
- bueno, para esta velada os tengo preparado un juego. –era Antonio el que proponía uno de sus habituales juegos.
- ¡a esto me refería! –dijo Ferran. – aquí comienza la diversión.
-cada uno de vosotros tiene un sobre de un color concreto. Dentro del sobre encontréis preguntas que, una vez respondidas os indicaran donde podéis encontrar el siguiente sobre.
- Tenemos que hacerlo individualmente o podemos hacer en parejas. –era Julia la que hablaba.
- podéis hacerlo como os dé la gana, pero al final solo puede haber un ganador. El cómo lo hagáis no importa, solo vale el cuándo, ya que en cuanto uno de vosotros acabe, el juego habrá terminado.
A Ferran le tocó el sobre rojo, a Julia el verde, a Anna el azul, a Marco el blanco y a Marta el rosa.
Cada uno fue cogiendo su sobre y se apartó del resto para poder abrirlo y leer su contenido. Todos los sobres contenían las mismas preguntas.
Eran 5 preguntas, y al final de todo explicaba que una vez tuvieran las respuestas, debían dejarlas por escrito en el congelador de la nevera y así al día siguiente se les entregaría el siguiente sobre. Las preguntas eran las siguientes:

1.- en esta serie, que letra va a continuación:
EFMAMJJASON   ___

2.- Dos padres dieron a sus hijos la paga semanal. Uno de ellos entregó a su hijo 15.000 pesetas. El otro dio al suyo 10.000 pesetas. Sin embargo resultó que ambos hijos juntos aumentaron su capital únicamente en 15.000 pesetas.
¿Cómo se explica eso?

3.- Es un hecho constatado que en la primera guerra mundial, cuando se empezaron a usar cascos metálicos, el número de soldados heridos por impacto en la cabeza aumentó.
¿Cómo se explica eso?

4.- en un accidente de coche murió un hombre. Su hijo pequeño, que también viajaba en el vehículo, sufrió graves heridas, y fue trasladado a un hospital. Al llegar al quirófano, el medico encargado de operarle dijo al verle:
“no puedo operar a este niño, es mi hijo”
¿Cómo se explica esto? (no era un matrimonio gay)

5.- Un reo ha sido condenado a muerte. Al dirigirse hacia el patíbulo el día de su ejecución, se encuentra con dos puertas custodiadas cada una por un guardián. El verdugo que le acompaña le ofrece la posibilidad de salvar su vida.
-tienes que elegir una puerta –le dice al reo- una te llevara a la libertad, pero la otra te conducirá hasta la muerte. Antes de decidirte puedes hacer la pregunta que quieras a uno de los dos guardianes, pero debes saber que uno dice siempre la verdad y el otro miente siempre.
El reo no sabe qué guardián dice la verdad y cual miente, ni en qué puerta se encuentra cada uno.
¿Qué pregunta debe hacer el reo para saber con seguridad la puerta que debe elegir para evitar la guillotina?


Y a partir de aquí, queridos lectores, es cosa vuestra que ellos salgan del confinamiento. Poned las respuestas en los comentarios y continuaré el relato.

dimarts, 17 de març del 2020

Un dia de pesca por Oregón


John Smith vivía en un pueblecito del estado Oregón llamado Boring. Trabajaba en la gasolinera Shell que había a la entrada del pueblo. Su mujer no salía nunca de casa, era él el encargado de hacer las compras para toda la familia.
Su gran pasión era la pesca. Todo el año esperaba que empezara la temporada de pesca para poder ir todo un fin de semana a pescar con su amigo Mike. Su lugar preferido para pescar era el Lost Lake, muy cerca del Mont Hood. Allí acampaban en la naturaleza y pescaban todo lo que podían.
El lunes 16 de marzo John empezaba sus vacaciones y salía junto a Mike a y su perra Trish, una espléndida perra labrador, en dirección a su lago preferido. Este año iba a ser diferente, ya que por fin podía estrenar su nueva y flamante camioneta, una Chevrolet Silverado HD con motor V8 Duramax Turbo-Diesel con 1.233 Nm.
A las 4 de la tarde llegaban a su destino. Buscaron un buen sitio para acampar, hicieron un buen fuego y se dispusieron a pasar la primera noche en la naturaleza. Dieron buena cuenta de las cervezas Coors que habían comprado en Boring y se fueron a dormir pronto. Por la mañana fueron al lago a investigar y encontrar el sitio ideal para poner sus cañas, cuando se dieron cuenta que el lago estaba completamente congelado. Eso no iba a impedir que disfrutaran de su pasión, por lo que cogieron la camioneta y, conduciendo, entraron a la superficie helada del lago. Aparcaron sobre el lago y se dispusieron a hacer un agujero para poder pescar con sus cañas último modelo.
A las tres horas se dieron cuenta que no iban a pescar nada. No había picado ningún pez y se estaban empezando a desesperar. Fue en ese momento cuando a John se le ocurrió una maravillosa idea. Fue a la camioneta y trajo algo que tenía dentro de una caja metálica.
- Mira Mike, con esto vamos a pescar todos los peces del lago.
- Pero ¿qué demonios es eso?
- Dinamita, la voy a lanzar todo lo lejos que pueda, la explosión romperá el hielo y matará y aturdirá a una gran cantidad de peces, solo tendremos que ir con la red y recogerlos.
- No se John, yo no lo veo muy seguro.
- No te preocupes, ya lo he hecho otras veces -mintió John.
Los dos se alejaron unos 50 metros de la camioneta y se dispusieron al lanzamiento. Mike le encendió la mecha a la barra de dinamita que John tenía en su mano. John se dispuso a lanzar la dinamita lo más lejos que podía.
No fue hasta que la dinamita había salido disparada cuando John se acordó de Trish. La obediente perra salió disparada en dirección a lo que su amo había lanzado. Era su juego preferido, seguro que cuando entregara el palo a John, este le daría una recompensa...
John hizo un gran lanzamiento, pero justo al momento que la dinamita contactaba con el hielo, Trish llegaba a su altura, la recogía con la boca y se disponía a entregársela a su amo.
Mike y John miraron la escena horrorizados. No tuvieron mucho tiempo para pensar, por lo que de manera instantánea John cogió la escopeta de caza que llevaba colgada al hombro y disparó a su fiel Trish. El impacto le dio de lleno en lado izquierdo. Pero las balas que llevaba la escopeta de John no eran de caza mayor, eran para cazar pequeños animales, por lo que no mataron instantáneamente a Trish. Únicamente la hirieron. Y en ese momento Trish hizo lo único que podía hacer, esconderse. Y ¿dónde podía esconderse?, efectivamente, debajo de la camioneta Chevrolet Silverado.
La explosión se oyó por todo el lago. Trish reventó en pedazos. La camioneta aguantó el fuerte impacto, pero el hielo se rompió, y la Chevrolet acabó en el fondo del lago.
John y Mike pasaron varios días decidiendo si llamaban a alguien para que viniera a buscarlos. Al final el hambre pudo con la vergüenza y llamaron a la policía local y les explicaron lo que les había sucedido.

Dicen por Oregón que aún se oyen las risas del agente de seguros al que le reclamaron que le pagaran la camioneta.

dimecres, 11 de març del 2020

Compradora compulsiva


Maria Albadalejo era una buscavidas. No había trabajado nunca el su vida más de tres meses en el mismo sitio. Camarera, repartidora, cuidadora de ancianos, limpiadora… había hecho de todo en su vida. Últimamente no trabajaba, ya que a sus 57 años había conseguido una paga por invalidez. No era mucho dinero, pero le servía para ir tirando. Dedicaba las tardes a dar vueltas por los centros comerciales. No es que robara, pero siempre estaba atenta a posibles despistes de los compradores compulsivos que gastaban un dinero que ella no tenía. Bueno, sí que robaba. Todo lo que podía, ropa, comida, colonias, hasta juguetes. Siempre había alguien dispuesto a pagar por lo que ella, tan inteligentemente, conseguía.

A Joana y a Carlota les encantaba ir de compras. Era su pasión. Los centros comerciales eran su segunda casa, L’Illa, Diagonal Mar, La Maquinista, Glòries… los de Barcelona eran sus preferidos. Una tarde de compras y un bocadillo en el Viena eran su rutina favorita. Últimamente habían descubierto que fuera de Barcelona había otros centros que también estaban muy bien. Habían descubierto Barnasud de Gava, el Vilamarina en Viladecans,… y el Splau en Cornellá. Este era su favorito. Habían descubierto que podían llegar allí en coche sin ningún problema. El parking era gratis y estaban todas las tiendas que a ellas les gustaban.
La tarde del martes diez de marzo la pasaron comprando y mirando escaparates. El hecho de que se estuviera propagando el virus COVID -19 (Coronavirus) hacia que hubiera menos gente de lo habitual, lo que hacía mucho más fácil el pasear y mirar tiendas. Compraron un montón de cosas, en el H&M, en el Bershka, y en otras tiendas que no eran de grandes cadenas. Estuvieron en La Casa del Libro mirando libros de autoayuda. Incluso Carlota se compro un libro de cuentos de Jorge Bucay.
Pasaron una tarde muy agradable, y a las siete decidieron que ya era hora irse para casa.
Bajaron hasta el segundo subterráneo y, después de dar unas cuantas vueltas, encontraron el Jeep Gran Cherokee del padre de Joana que usaban cuando salían de la ciudad. Dejaron todas las compras en los asientos de atrás, y se dispusieron a salir de allí. El coche arrancó a la primera, pero empezó a hacer unos ruidos extraños y de repente les vino un olor pestilente a carne quemada. Joana apagó el motor.
-¿que ha sido ese ruido?
-Ni idea. Pero ese ruido no es normal.
-abre el capó del motor –dijo Carlota.
-no tengo ni puta idea de cómo se abre.
-ahí abajo, a la izquierda hay una palanca roja, tira de ella.
Joana y Carlota se bajaron del coche y fueron a la parte delantera del coche. Carlota levantó la tapa. Las dos gritaron horrorizadas.


Maria había ido al Splau porque le habían dicho que, pese al Coronavirus, había mucha gente. Era cierto, había más gente que en otro sitios, pero no la suficiente como para poder esconderse entre la multitud cuando tuviera problemas. Dio varias vueltas observando a la gente, buscando posibles víctimas. Se fijó en dos chicas muy monas. Las dos iban con pantalones elásticos de color negro brillante. Las dos llevaban caros zapatos de tacón y chaquetas de marca. Las dos iban cargadas de bolsas. Las fue siguiendo hasta que entraron a La Casa Del Libro. Se sentó en los sofás que hay justo delante de la entrada. Al cabo de un rato salieron con otra bolsa más. Para desgracia de María, las dos bajaron por la rampa mecánica. Las siguió hasta el parking y allí vio como se subían en su coche. Allí ya no podía hacer nada. Se dio media vuelta y subió a la primera planta del centro comercial. Después de 10 minutos se dio por vencida. Ese día no iba a poder llevarse nada. Estaba saliendo a la calle por la puerta que hay junto al Mercadona, cuando volvió a ver a las dos chicas. Esta vez llevaban solo una bolsa. Era una bolsa de la tienda Desigual. Sin dudarlo ni un segundo se acercó rápidamente y le quitó de las manos la bolsa a la chica más alta. Salió corriendo por el acceso junto al restaurante José Tomas, que en ese momento estaba vacío. Extrañamente ninguna de las dos salió corriendo detrás de ella.


Carlota y Joana vieron horrorizadas el interior del motor del Jeep Cherokee. Un gatito estaba atrapado en la correa del ventilador del coche. Al arrancar el motor, lo habían decapitado.
Carlota estaba paralizada, pero Joana actuó rápidamente. Entró en el coche y sacó la bolsa de Desigual que previamente había vaciado. Le dio la vuelta y con mano metida dentro fue recogiendo los restos del gatito. Una vez guardados todos los restos dentro de la bolsa le dijo a Carlota que tenían que tirar la bolsa en la basura e informa al centro comercial que había gatos en el parking. Volvieron a subir a la primera planta y fue allí donde una loca, aparecida de la nada, le arrancó la bolsa de la mano a Joana. Como vieron que no podían hacer nada, volvieron al bajar al parking, se subieron al coche y se fueron del centro comercial.
Al salir a la calle vieron muchas luces de policía y ambulancias. Al llegar a la altura del incidente vieron a una mujer muy parecida a la que les había robado la bolsa de Desigual tumbada en una camilla.
-un ataque al corazón –oyeron que una mujer gritaba.
Vieron como subían a María a una ambulancia, mientras lo hacían, un camillero le estaba poniendo la bolsa de Desigual bien colocada entre los brazos.



dissabte, 7 de març del 2020

Verano del 94


Chema era un chaval de 24 años con toda la vida por delante. Había acabado una carrera de letras en la Barcelona postolímpica, lo que le garantizaba que no iba a encontrar trabajo fácilmente. El verano de 1994 iba a ser uno de los veranos más inolvidables que iba a pasar. Hacia unos meses había finalizado la relación que tenía con su novia del instituto. Ocho años de noviazgo con altibajos que finalizó de una manera natural. Con los estudios acabados y sin ningún trabajo estable a la vista, había pasado los últimos meses buscando algún trabajo fuera del país, cuanto más lejos mejor. Había ido a Madrid a hacer unas pruebas para poder estudiar en la escuela de cine de San Antonio de los Baños en La Habana, pero el examen no le había ido bien y no le habían llamado.
A principios de julio empezó a trabajar en un Campus deportivo especializado en Tenis. Allí enseñaba a jugar al tenis a niños y niñas de 3 a 12 años. Era el segundo año que lo hacía. Era un trabajo fácil y realizado en buen ambiente. Todos los otros monitores eran chicos y chicas jóvenes como él, lo que hacía que siempre estuvieran de buen humor. El año anterior había conocido allí a Mónica. Una monitora de tenis que, como él, en ese momento tenía pareja, por lo que en ningún momento hubo ningún tipo de acercamiento. Pero este año la cosa era diferente. Desde el principio el tonteo entre los dos era evidente. Y aunque ella seguía saliendo con su novio, eso no impedía que pasaran mucho tiempo juntos. En el fondo eran muy diferentes, él estaba en ese momento obsesionado con las películas de Luis Buñuel y con El Gabinete del Doctor Caligari y ella tocaba el piano y le gustaba Pimpinela. Esa diferencia de carácter no impidió que entre ellos surgiera algo que en ese momento no era más que un tonteo.
Todas las tardes empezaron a quedar, siempre con otros monitores, y los jueguecitos empezaron cada vez a ser más serios.
El día 10 de julio, Chema recibió la noticia que más estaba esperando, le habían admitido en una Universidad en Seattle (USA) para trabajar durante todo un año. ¡Era la noticia que estaba esperando! Nada le podía hacer más feliz. Bueno, ¿nada?
 El 17 de julio Italia y Brasil jugaban la final del mundial de EEUU de fútbol. A Chema no le gustaba el fútbol, pero era una buena excusa para salir con el grupo de monitores con los que habían hecho una buena pandilla. Allí estaba Chema, Geles, Jordi, Soraya y, por supuesto, Mónica.
Fueron a cenar y luego fueron a un bar a ver el partido en pantalla gigante. Para cuando Roberto Baggio falló el penalti que dio el título a Bebeto y Romario, Chema y Mónica ya se habían quedado solos. Un paseo bajo la luz de la luna hasta la puerta de la casa de ella, sólo pudo acabar en un beso, que fue el primero de muchos.
La situación era la que era, él se iba en un mes a pasar un año fuera. Ella tenía novio. Y estaba en la mili. No había mucho que perder. Solo disfrutar del momento. Sin pensar mucho en el futuro.
Fueron días extraños. Se veían a escondidas, evitando a la gente, aunque sus compañeros de trabajo rápidamente se enteraron de su relación.
Cada tarde, al salir del trabajo, se veían en un bar cercano. A veces junto a Geles y Jordi, otra pareja que se estaba formando. Algunas tardes iban a la playa. Por alguna extraña razón iban a la playa de Ocata en El Masnou, aunque tenían playas más cercanas, sabían que en esta no se iban a encontrar a nadie conocido.
El primer fin de semana casi no se vieron. Su novio estaba de permiso y no había posibilidad de encontrarse. El domingo por la noche, una vez él se había ido al cuartel, quedaron otra vez. Esa semana no se separaron casi en ningún momento. Era la última semana de trabajo en el Campus, y ese viernes 30 de julio se iban con todos los monitores a cenar a un restaurante de Barcelona. Aunque realmente esa noche no pasó nada, por la cabeza de Chema sí que pasaron muchas cosas. Llevaban dos semanas viéndose a escondidas y en breve él se ira muy lejos. Tenía decidido irse a USA, por lo que no podía pedirle a ella que dejara a su novio. Nunca, en todo este tiempo, le pidió que diera ese paso. Lo que sí hizo es prometerle que volvería y que podrían repetir todo lo que pasó ese verano.
El cinco de agosto, junto con otros monitores, se fueron a pasar unos días al camping Cala GoGo de Platja D’Aro. Allí no se separaron ni un solo momento. El día lo pasaban en la playa y las noches eran una juerga constante. Allí Chema, Mónica, Geles, Jordi, Soraya, Elisa y Sebas lo pasaron como nunca en su vida lo iban a pasar. La juventud, el Mediterráneo, la música, las risas,… tenían todo, nada les podía pasar, tenían toda la vida por delante. Todo era como uno de los anuncios que, años más tarde, harían los de Cervezas Damm.  Se lo pasaron tan bien, que algunos fueron con una pareja, y volvieron con otra…
Al cabo de unos días volvieron a sus casas. Chema tenía que preparar su viaje y el verano estaba llegando a su fin, todo y que no habían superado ni la mitad del mes de agosto.
Para él, estos últimos días habían significado mucho. En cualquier otro momento, la relación con Mónica habría sido un simple rollo de verano. Pero nada más lejos, ella se había metido en su cabeza e iba a ser difícil que nunca más saliera de ella.
El lunes 15 de agosto Chema a las 11.00 coge el vuelo 455 de la TWA con destino a Seattle.
Ante él se abría un nuevo mundo de oportunidades y de sueños por cumplir. Atrás dejaba un profundo amor por Mónica que no sabía hasta donde iba a llegar. El tiempo pondría todo en su sitio.