Dades personals

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diumenge, 18 d’octubre del 2020

Este Lugar es Mágico

 

 


Manel Carbajal conectó el aire acondicionado de la tienda. Ésta estaba situada en la calle Amargós de Barcelona. Era una calle muy estrecha situada en el barrio gótico que hacía que la tienda pareciera más siniestra. Las miles de figuras, coches, juegos de mesa, discos y libros que se acumulaban en las estanterías, hacían juego con la oscuridad de la calle. Era septiembre y el calor era insoportable. Los turistas llenaban la ciudad de Barcelona y él no podía dejar pasar la oportunidad de hacer alguna venta. El negocio no acababa de funcionar. Llevaba veinte meses abierto y los números no salían. La venta de objetos de coleccionismo, sobretodo juguetes antiguos, no tenía la salida que él pensaba que iba a tener. Llevaba más de quince años vendiendo por mercadillos y pensaba que si tenía un local en el centro de Barcelona, podría llegar a tener una cartera de clientes fieles que, junto con los turistas que inundaban la zona, hiciera que pudiera vivir de lo que hasta ese momento era su hobbie.

                Encendió todas las luces de las vitrinas, dejo su mochila de Mazinger Z colgada en el armario que había detrás del mostrador, y se dispuso a ordenar la vitrina de los cochecitos Dinky Toys. Llevaba más de dos semanas queriendo cambiarlos de sitio. La compra que había hecho el día anterior, había supuesto que por fin se decidiera a ordenarlos. Había comprado en el mercado de anticuarios de la plaza de la Catedral un camión Dinky Toys azul con publicidad de Ever Ready. Llevaba su caja y estaba en un estado impecable. Había pagado 50 euros y esperaba sacar unos 120.

Limpió el polvo y movió con cariño los coches, camiones y vehículos varios, dejando la vitrina totalmente ordenada. Hizo unas cuantas fotos con su Nikon D3000. Se sentó en el taburete de ikea que tenía detrás del mostrador y se dispuso a colgar las fotos en su cuenta de Instagram y su cuenta de Facebook. Si no se vendía rápidamente, subiría el camión Ever Ready a su página de Ebay, pero primero prefería intentar venderlo en la tienda.

Una vez subidas las fotos, se quedó en silencio. El aire acondicionado empezaba a hacer efecto, y la pequeña tienda empezaba a tener un clima más que agradable. Por su cabeza empezaba a rondar la idea de que el sueño se había acabado. Iba a tener que cerrar la tienda. Tendría que empezar a buscar trabajo. No creía que pudiera volver a vender en mercadillos. Su paciencia se había acabado. Estaba con esos pensamientos cuando la puerta de la tienda se abrió y entró un cliente. Eran un hombre alto, muy alto, vestido con una camisa negra y unos pantalones de bolsillos del Decathlon. Estuvo un rato mirando por las diferentes estanterías que estaban llenas de objetos. Finalmente se dirigió a Manel.

-          Hola, ¿tienes figuras de Masters del Universo?

-          Hola, Bon Dia, en estos momento no tengo nada, lo siento. ¿Busca alguna figura en concreto?

-          No, cualquiera, estoy empezando a recuperar los que tuve de pequeño.

-          Pues ahora no tengo ninguno.

-          Gracias, ya iré pasando.

-          Cuando quieras.

Se dirigió hacia la salida, y cuando ya había abierto la puerta, se volvió a dirigir a Manel.

-          ¿Sabe que mi familia tenía una tienda en este mismo local en los años sesenta?

-          ¿En este mismo local?

-          Si, era una mercería.

-          Pues no sabía nada, no conozco a los dueños.

-          A mi familia se la quitó La Caixa, hace ya más de 30 años.

-          Los bancos, siempre haciendo amigos.

-          Este lugar es mágico. Un placer saludarle.

-          Hasta pronto.

Manel se quedó en silencio pensando lo que este misterioso personaje he había dicho. El lugar es mágico…

Un mensaje en su móvil le sacó del trance. Un cliente le preguntaba si tenía algún Madelman original de caja roja.

-          Ya me gustaría a mí. –se dijo a sí mismo-

El resto del día transcurrió como otro día normal. Cerró al mediodía para ir a comer y volvió a la tienda a las cinco de la tarde. Esa tarde no entró nadie en la tienda. Manel cada vez tenía más claro que esto era el final.

                Al día siguiente Manel llegó a la tienda a las nueve de la mañana, una hora antes de abrir. Conectó el aire acondicionado y se dispuso a buscar en el almacén una caja en la que él creía recordar había una figuras de Star Wars de las primeras que sacó Kenner. No tenía claro donde, pero sabía que estaban en una caja en el almacén. Entró en la pequeña estancia que había al fondo de la tienda. Fue dejando las cajas llenas de objetos en la superficie de la tienda hasta que llegó a la pared del fondo del almacén. No encontró la caja de figuras, pero se dio cuenta que en la pared había algo pintado. Despejó totalmente la pared, pero la escasa luz no le permitía ver qué había pintado. Fue al mostrador a buscar una  linterna. Iluminó la estancia. Él no recordaba que estuviera esa pintura cuando alquiló el local. En la pared se podía ver un dibujo de una carpa de circo rodeada con las siguientes palabras: “Este lugar es mágico”.

Sacó el teléfono de su bolsillo y se puso a hacer fotos. ¿Qué quería decir esa frase que le había dicho el misterioso cliente el día anterior y ahora podía leer en la pared de su tienda?

Se sentó en su taburete, pasó las fotos al ordenador y se dispuso a inspeccionar la pintura. No sacó nada en claro. Buscó en Google, pero no encontró nada relacionado, las referencias eran demasiado vagas, poco concretas.

Se acercó a la pintura. Pasó la mano por encima y notó que cedía hacia dentro. No estaba pintada sobre la pared, estaba pintada sobre un papel. Parecía que detrás del papel no había pared. Hizo un corte de arriba abajo y el papel se abrió como una cortina. La imagen que le vino a la cabeza era la de Andy Dufresne entrando en el túnel que había construido para salir de la prisión en la película Cadena Perpetua, aunque aquí no estaba Rita Hayworth.

El túnel era muy oscuro. Utilizó la linterna, pero no se podía ver el final. Poco a poco se fue introduciendo en él. Llevaba casi veinte metros cuando empezó a ver una luz al final del túnel.

Cuando llegó al final se dejó caer al suelo. Estaba exhausto. Había andado con la espalda encorvada hacia delante durante demasiado tiempo. Esperó unos segundos a que sus ojos se acostumbraran a la luz y empezó a inspeccionar el lugar al que había llegado. Era una estancia llena de estanterías que estaban llenas de cajas de colores. Toda la estancia le parecía muy familiar. Parecía que ya había estado allí. No era un déjà vú. Al entrar en la estancia más grande se dio cuenta que estaba en su tienda. Pero todo era diferente. Era su tienda, pero habían desaparecido los juguetes, los discos, los comics… todo. Ahora en su lugar había muebles con cajoncitos. Había un mostrador, pero claramente no era el suyo. La caja registradora era un aparato enorme, parecía muy antigua, aunque su estado de conservación era perfecto. Las luces estaban apagadas, todo lo que podía ver era gracias a la poca luz que entraba desde la puerta que daba a la calle. Intentó abrir, pero estaba cerrada con llave. Se echó la mano al bolsillo, saco su llave y la introdujo en el cerrojo. Abrió con un suave movimiento. Salió a la calle.

La calle Amargós estaba totalmente vacía. Se dirigió hacia la calle Comptal. Todo era muy familiar, pera era completamente diferente. Cuando estaba a punto de llegar al cruce, un enorme ruido le llamó la atención. Era un SEAT 1500 taxi de Barcelona que pasaba por la calle Comptal. La calle había dejado de ser peatonal. La calzada lo ocupaba casi todo, apenas había dos palmos de acera en cada lado. Fue entonces cuando empezó a ver gente. Curiosamente todos iban vestidos como si fuera una película de época. Muchos hombres llevaban corbata, otros muchos incluso llevaban sombrero. No reconoció ninguno de los comercios de la calle, los de venta de objetos para el turismo habían desaparecido. Caminó hasta la calle Portal del Àngel observando minuciosamente todos los detalles.

Estaba completamente alucinado. Algo misterioso había pasado y no eran imaginaciones suyas. Necesitaba preguntarle a alguien si sabía que es lo que había pasado, pero no quería llamar la atención, por lo que se dirigió al kiosco que había en la calle portal del Àngel. Se acercó y cogió un de los periódicos que había allí expuestos. Rápidamente miró la fecha. Lunes 14 de septiembre de 1969.

Un escalofrió recorrió su espalda. Había viajado en el tiempo.

Quiso comprar el periódico, pero al ir a pagar se dio cuenta  que los euros que llevaba en el bolsillo no le iban a servir de nada. Dejó el periódico en su sitio y le pregunto la hora al vendedor, que ya empezaba a mirarlo con cara de desconfianza.

-          las 10 y cuarto.

                Tenía que volver a su tienda, esto no podía estar pasando… corrió hasta la calle Amargós como si el diablo le persiguiera.

                Al llegar a su tienda, vio que ya había abierto. Mercería Bergaz. Era el rótulo que había en lugar del que antes ocupaba el nombre de su tienda.

Empujó el pomo de la puerta y entró. Una señora de más de noventa años estaba sentada detrás del mostrador. Ni siquiera levantó la mirada. Parecía que no se había dado cuenta de su existencia. Manel entró en el almacén y se introdujo en el túnel. A los pocos minutos llegó de regreso a su tienda. Fue directamente al su mostrador y comprobó en su móvil la fecha y la hora. 14 de septiembre de 2019, las 10:20 de la mañana.

                Había encontrado un túnel que recorría 50 años en el tiempo.

No podía creérselo, pero era verdad, no lo había soñado. Cerró la tienda y se fue corriendo a su casa. Pasó la tarde navegando por Internet, buscando en la hemeroteca de La Vanguardia y de El Mundo Deportivo. Buscando una información que le pudiera ser útil cuando volviera, porque estaba seguro que iba a volver.

Ese lunes, en 1969, el Mundo Deportivo informaba que Ángel Nieto había ganado su primer título de campeón del mundo de moto ciclismo, el Barça había empatado a 3 en el campo del Madrid y el Español estaba en segunda y había 15 acertantes de la quiniela que ganarían 1.595.673 pesetas. La España franquista no daba para mucho más, pero esa información era más que suficiente para hacer realidad sus planes.

El martes por la mañana, antes de ir a la tienda, pasó por la Numismática Monge en la calle Boters y compro 4 billetes de 1000 pesetas con la imagen de San Isidoro de 1965 y 10 billetes de 100 pesetas con la cara de Gustavo Adolfo Becker de 1964. Se gastó algo más de 60 euros. No sabía muy bien que iba a hacer, pero tenía claro que iba a investigar la Barcelona de 1969.

Entró en la tienda, cerró por dentro y se dirigió al fondo de su almacén. Entró por el túnel. En la tienda no había nadie. Salió a la calle. Sin que nadie le mirara sacó del bolsillo su teléfono móvil. No había satélites a los que conectarse, por lo que, tal y como pensaba, el móvil no pudo decirle, ni la hora, ni el día en el que estaba. Caminó hasta el kiosco de Portal del Ángel y compró La Vanguardia. Cuando fue a pagar el periódico  con un billete de cien pesetas, cuando el periódico valía solo cuatro pesetas, el quiosquero le fulminó con su mirada. Era quince de septiembre de 1969. El portal temporal se movía en cincuenta años, cuando pasaba un día en la actualidad, pasaba un día el pasado.

Paseó por el centro de Barcelona observándolo todo como un niño en la cabalgata de reyes. Desayunó un bocadillo de jamón y una cerveza en el Restaurante Nuria de la Rambla. Era la primera vez que entraba, al no haber turistas la sensación era muy extraña. De fondo sonaba la radio con voces que hablaban sin que nadie les hiciera caso. Pagó su consumición en la barra y le pidió al camarero que le diera un boleto de la Quiniela. Sacó de su bolsillo los resultados que había sacado de la Vanguardia de la semana siguiente y rellenó únicamente una columna. Zaragoza-Pontevedra 1, Celta –Sabadell X, Elche – Real Madrid 2… rellenó todas las casillas preocupándose de poner un 2 en el Barcelona- Coruña. Sabía que iba a ganar el Barcelona, pero no quería ganar una de 14, no podría cobrar tanto dinero sin presentar el carnet de Identidad. Con una de 13 resultados sacaría suficiente dinero para gastar a lo grande en sus incursiones en el pasado.

Llegó a la Plaza Cataluña y se quedó embobado con la fachada de El Corte Ingles. Entró y se dirigió al departamento de juguetes que estaba en la segunda planta. Nunca se hubiera imaginado lo que iba encontrar ahí. Coches de juguete de la marca Rico y Jyesa, circuitos de scalextric, muñecas,.. Todo lo que él siempre había soñado con poder vender en su tienda. Estuvo deambulando por toda la planta, hasta que vió lo que había estado buscando. Detrás de un mostrador había una vitrina donde tenían unos cochecitos de unos 10 centímetros guardados en sus cajitas amarillas. Una dependienta se le acercó.

-¿puedo ayudarte?

- me gustaría llevarme unos de estos.

- tienes muy buen gusto. Estos Dinky Toys están fabricados en Barcelona por la casa Poch, son iguales que los franceses, pero con alguna otra diferencia. ¿Los quiere para regalo?

- no, son para mí.

- oh, ¿eres coleccionista?

- algo así.

- ¿qué modelos te interesan?

- ensáñame el Fiat 850 y el Citroën 2 Caballos.

La dependienta le pasó de la vitrina los dos modelos y se los dejó encima del mostrador. Manel los observó con detención, verificando que las cajas llevaran el logo de Poch.

-¿cuánto valen?

                - 750 pesetas cada uno. Son caros, pero es que se han fabricado muy poscas unidades.

                - me voy a llevar 2 unidades de cada modelo.

                -perfecto.

                -¿te quedan más?

-si, creo que hay unos 10 unidades de cada modelo.

-entonces volveré

-perfecto, si vuelves pregunta por mí, por favor.

-Vale.

-más que nada porque vamos a comisión y últimamente no me están saliendo los números.

 -ah!, entendido.

Manel cogió la bolsa que la chica le ofrecía después de pagar las 3000 pesetas, y cuando ya se estaba alejado ella le dijo,

-me llamo Patricia.

-yo Manel…

Manel estaba algo desconcertado. Estaba ligando con alguien que podía ser su abuela. Tenía que tener cuidado con lo que hacía, no podía cambiar el futuro. Cualquier acción en 1969 iba a repercutir en 2019. Aunque, si lo pensaba bien, el hecho que él llegara al pasado ya había ocurrido, por lo que el futuro no iba a cambiar nada.

Estaba con estos pensamientos, cuando de repente vió los Madelman. Tenían pocos modelos, pero había algunos que él solo había visto en el catálogo. Buscó a Patricia y compró el Mecánico Estación de Servicio y el Hombre Rana. Solo tenía dinero para estos dos, costaban 695 pesetas cada uno.

Con las bolsas colgadas en el brazo salió disparado con la intención de volver a su tienda. Caminó por la calle Portal del Angel. Y justo antes de llegar a la plaza de la catedral se acordó que por ahí había una juguetería que, posiblemente, estaría abierta en esa época. El Palacio De Juguete estaba en la calle dels Arcs, era una juguetería de las de toda la vida. Si en el Corte Ingles Manel había alucinado, en esta estuvo a punto de desmayarse. Nancys, Madelman, scalextric, trenes, peluches, el sueño de cualquier coleccionista. Decidió no preguntar precios y volver otro día con más tiempo, y con mucho más dinero…

Llegó a su tienda y, nuevamente, estaba la señora detrás del mostrador. La ignoró y entró en el túnel.

Pasó toda la mañana haciendo fotos a sus nuevas adquisiciones y poniendo a subasta los coches en la plataforma Ebay y los Madelman en Todocoleccion.

A las pocas horas tenían un montón de seguidores y unas veinte pujas cada uno. Se iban a vender bien e iban a solucionar los problemas económicos de la tienda, los lo menos los de ese mes.

Estuvo toda la tarde navegando por internet, buscando información sobre 1969. Hizo planes para saber las cosas que se podían hacer en ese año. Descartó ir a Los Angeles a ver en directo a The Doors en el Whisky a GoGo, por lo complicado que iba a ser hacer un viaje tan largo. Decidió que cuando consiguiera más dinero tenía que conseguir una documentación para poder instalarse en 1969 como un ciudadano normal. Necesitaba un nombre falso, para poder abrir cuantas en el banco sin despertar sospechas. Tenía que comprar el local para que nunca la Caixa pudiera quitárselo a los antiguos propietarios. Iba a ser difícil negociar con la anciana de la mercería, sobre todo si sospechaba que él entraba y salía del fondo de su tienda. Había demasiados cabos sueltos, demasiadas cosas en las que pensar antes de actuar.

Al día siguiente compró más billetes de 1000 pesetas, pero no pudo pasar por el túnel. No paro de entrar gente en la tienda atraídos por los Madelmans y los Dinky que había colocado en el escaparate. Le empezaron a llegar ofertas, la mayoría irrisorias. Iba a sacar más de 2000 euros por cada pieza, no pensaba en otra cosa.

El sábado a media tarde se vistió lo más elegante que pudo y cruzó el túnel. Una vez en el exterior se dirigió a la parada de taxis más cercana. Se subió en un Citroën DS 19. Su destino Muntaner 505.

El lunes a primera hora, cerró la tienda por dentro y se introdujo en el túnel. Fue directo al bar Nuria a preguntar dónde podía cobrar la quiniela de trece aciertos que tenía. Le dijeron que en cualquier banco podría hacerlo. Entró en una oficina del Banco de Santander en la Via Layetana y cobró las treinta mil pesetas que le habían tocado.

Se fue directo a El Palacio del Juguete. Compró varias Nancy conjunto Presentación, un SEAT 1400C  de Rico de color Verde y un Pegaso Z102 de Rico. Cuando llegó a los Madelman, su sorpresa fue mayúscula. Resulta que tenían unos cuantos Madelman de caja roja de la temporada anterior que no se habían vendido. También tenían 5 Madelman Astronauta de caja azul. Cogió todo lo que había comprado y volvió a su tienda.

  Iba a ganar mucho dinero,  pero su mente no estaba en eso. Esa noche iba a volver. Patricia no se imaginaba que esa noche le iba a cortar la cabeza. Sus nuevos asesinatos iban a ser épicos.

 

 

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