Dades personals

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dissabte, 1 de febrer del 2020

Fotos de historia

La fábrica de Airgam de L’Hospitalet estaba abandonada desde hacía treinta años. Tras una época brillante, en 1987 habían hecho suspensión de pagos. Las ventas de la campaña de navidad no cubrían las deudas de casi 250 millones de pesetas que tenían. 140 personas se habían ido a la calle. No había nada que hacer, la fabricación de juguetes no era un negocio rentable en la España de finales de los 80. La fabricación de juguetes en china había hecho que nada de lo fabricado aquí fuera competitivo.  Después de veinte años de éxitos vendiendo, sobretodo, muñecos de plástico, el sueño había llegado a su fin.
            Marc aparcó su citroen Xsara a unos 50 metros del número 157 de la carretera del Mig en L´Hospitalet, donde estaba la fábrica de Airgam. Ya desde la Avinguda Marina, había visto el rótulo de Airgam pintado en la pared. Habían pasado veinte años, pero aun nadie se había dignado a pintar sobre la pared lateral. Nadie lo había hecho porque nadie había entrado en esa fábrica desde que se fue su último trabajador. Marc pretendía hacer unas fotos de la fachada. Había oído que aún se podía leer el nombre de la empresa, y pensó que sus fotos quedarían perfectas en su nuevo blog. Historia de las fábricas de juguetes de Barcelona iba a ser un bombazo. Estaba haciendo un recorrido por todas las fábricas de juguetes que habían cerrado por la zona y lo iba a publicar en su blog. Creía que iba a ser muy original y que tendría muchas visitas.
            Según se iba acercando, sacó su cámara de fotos y fue disparando una cantidad inmensa de fotografías. Fotografió el frontal del edificio y los dos laterales. Fotografió la puerta de entrada e, incluso los timbres de acceso. Todo parecía semiabandonado. No parecía haber ningún tipo de actividad, ni en el interior ni en el exterior. Se acercó a la puerta y puso las dos manos contra el cristal con intención de mirar sin reflejos. Fue entonces cuando la puerta cedió hacia adentro. No estaba la llave echada. La sorpresa de Marc fue enorme, pero su curiosidad era más grande que el miedo a ser pillado y eso hizo que entrara a la fábrica. La estancia estaba sucia y llena de polvo, pero no había resto de actividad. No había papeles y rastro de nada que indicara que ahí hubiera ningún tipo de movimiento. Marc probó a abrir las puertas que daban a los laterales y estaban todas cerradas.  Subió las escaleras que accedían al primer piso. Allí estaban todas las puertas abiertas. La estancia era enorme, parecía ser el sitio ideal para poner maquinas que fabricaran juguetes. Ahora estaba totalmente desierta, pero él pudo imaginar que únicamente hacia diez años allí había habido un movimiento extraordinario. Gente moviéndose para arriba y para abajo. Carretillas elevadoras, traspales, operarios apilando cajas, oficinistas revisando pedidos… todo aquello había pasado. Allí ahora solo había un vacío enorme que conmovió a Marc de manera intensa. Fue haciendo fotos por toda la estancia y subió al piso de arriba. Allí no había nada. Suerte que los ventanales dejaban pasar la luz de día, porque por no haber, no había ni fluorescentes.
En la última planta encontró unas puertas que daban a estancias más pequeñas. Supuso que serían las oficinas de la dirección. Se imaginó que allí había estado Josep Magriá y sus trabajadores más de 20 años. No dejo de hacer fotos en ningún momento. Le iba quedar un reportaje esplendido, seguro que sería el que más visitas iba a tener. Sin darse cuenta pasó allí más de dos horas investigando y observándolo todo. Busco algún mueble, pero nada habían dejado que pudiera contener ni un papel, una factura que pudiera llevarse como trofeo. Se iba a tener que conformar con las fotos de las estancias. Por su cabeza había pasado todo el rato la posibilidad de encontrarse una caja olvidada en un rincón. Una caja que al abrirla contuviera varias series de Airgam Comics o algo mejor. Pero nada de eso paso. El vacío más absoluto.
Ya eran las cinco de la tarde y empezaba a hacerse de noche. No hacia frio para ser febrero, pero el hecho de oscurecer hacía que pareciera que el invierno fuera a llegar de repente.
Salió de la fábrica pensándose que se encontraría a alguien, que alguien habría llamado a la policía que se encontraría en un problema. Pero nada de eso sucedió. La calle seguía vacía y a nadie le importaba que él estuviera allí.
Se subió al coche mirando a ambos lados, aun tenía la sensación de estar haciendo algo malo. Cogió su cámara de fotos y revisó una a una todas las fotos que había hecho esa tarde. La verdad es que era un material esplendido. Él estaba radiante, estaba en una nube. La mezcla de haber hecho algo malo (colarse en una fábrica) y tener un material excelente producía en el una sensación de éxtasis.
Arrancó el coche, puso la primera y cuando el coche empezaba a circular, notó como desde el lado izquierdo algo impactó contra la puerta izquierda trasera.
No le dio tiempo más que a aparcar nuevamente a la derecha y fijarse que era un gran coche gris el que le había chocado por detrás. El coche gris aparcó delante de él.
Marc se bajó y fue directamente a ver cómo había quedado su coche. No había sido un gran impacto, pero la puerta trasera había quedado completamente hundida. La rueda no se había visto afectada por centímetros. Calculó que podría llegar a su casa, pero que la reparación del vehículo iba a ser imposible. Un coche de más de 20 años no lo iban a poder arreglar. El seguro iba a dar de baja al coche.
Todas estas ideas pasaban por su cabeza cuando se dio cuenta que no se había preocupado por el conductor del coche gris. Miró hacia delante y vio cómo se bajaba del Nissan Qashqai una chica de unos treinta años, morena, alta y esbelta. Iba vestida con unos pantalones negros y un jersey de cuello alto negro también. Llevaba los labios pintados de rojo intenso y su cara reflejaba una serenidad absoluta.
-hola, ¿te has hecho daño?
-no, ¡pero mira como me has dejado el coche¡ -casi gritó Marc.
-perdóname, no te he visto.
-pero ¡si yo iba por mi carril y tu me has envestido!
-se me ha girado el volante a la derecha sin querer, ¿me puedes perdonar?
Marc estaba muy nervioso. Los acontecimientos del día habían sido demasiado. Y ahora se iba a quedar sin coche por culpa de una niñata.
-necesitas sentarte –dijo Nieves, que así se llamaba ella.
-no necesito sentarme, ¡necesito un coche nuevo! –dijo Marc con un poco de agresividad.
-no te enfades conmigo, el seguro lo arreglara todo. En la vida hay cosas más importantes que tu coche. Seguro que todo se arreglará –dijo Nieves poniéndole la mano sobre el hombro.
En ese momento le llegó a Marc el olor al perfume que Nieves llevaba. Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo atractiva que era. Y eso empezó a relajarlo un poco.
-¿podemos hacer un parte amistoso?, mi padre me matará si llego con otro golpe a su coche.
-no se…
-venga hombre, hay que tomarse la vida de otra manera. A lo mejor esto es algo bueno. El destino ha querido que nos uniéramos así.
-¿qué quieres decir?
-que a lo mejor este encuentro no es casual. Que tú y yo estábamos destinados a conocernos. ¿No crees en el destino?
-no, no lo sé –dijo Marc dubitativo. Una pequeña erección se había iniciado en su entrepierna.
-mira, vamos a relajarnos. Yo iba a casa de una amiga a cenar y llevo esto en el coche… -dijo Nieves entrando en su coche y sacando una bolsa del Corte Ingles.
-¿qué es eso?
- un Vega Sicilia de 1986. Toma. –Dijo Nieves pasándole la botella a Marc- bebe un poco que así te relajaras y luego nos vamos a tomar algo.
Marc cogió la botella y dio un pequeño trago. Nieves le miraba y con los ojos le animó a que bebiera más. Marc no lo dudó y bebió de un trago más de la mitad de la botella.
Entonces ella cogió la botella, vació el resto del vino en la alcantarilla que había al lado y metió la botella vacía en el coche de Marc.
-y, ¿ahora qué hacemos? –dijo Marc algo dubitativo.
-esperamos a la policía –dijo Nieves marcando el número de la policía local.

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