Dades personals

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dijous, 30 de juliol del 2020

Elogio a las Adidas Flanker


Hoy he soñado con mis botas de jugar a rugby. De los 25 años que jugué federado (los años de veterano ya no cuentan) siempre jugué con el mismo modelo de botas: las Adidas Flanker. Recuerdo que con 13 años empecé a entrenar con unas botas de futbol que mi padre había tenido de cuando jugaba partidos de futbol con su empresa en campos de tierra. A las pocas semanas los pies me dolían de una manera que mi madre se apiadó de mí y me acompañó a comprarme unas botas “de rugby”. Ese concepto era nuevo para todos. Botas de rugby. ¿Qué diferencia podían tener de botas de otro deporte? Pues todo.
 Fuimos a la única tienda de deporte de había en mi barrio, Deportes Lafaja. Años después me enteré que el señor Lafaja había sido jugador del Rugby Club Cornella, igual que yo en esos momentos. Supongo que por ese motivo allí tenían material de rugby, ya que era algo que en cualquier tienda no se podía encontrar.
Una vez en la tienda la dependienta me preguntó que de que jugaba. Me quedé impactado. “de delantero” contesté al momento. Entro en el almacén y me sacó una caja azul con tres franjas blancas en el lateral. Las botas eran negras con tres franjas amarilla en cada lado. Era de tobillo alto (como unas zapatillas de baloncesto), tenían la puntera redondeada y dura, casi como un zapato de seguridad de los que hoy en día utilizan los toreros en los almacenes. Pero lo que más me impactó fueron los tacos. Cada bota tenía 6 tacos de aluminio (más adelante las harían con 8 tacos) que brillaban como la espada de un samurái a punto de cortar una cabeza.
-          ¡esas son la que yo quiero!.
Mi madre no estaba convencida. Como me iba a poner esas botas... si podría matar a alguien.
El precio era prohibitivo. Pero supongo que la emoción de llevaba en el cuerpo convenció a mi madre y me las compró. Recuerdo que venían con una llave en forma de palometa que usábamos para cambias los tacos
Esa tarde en el vestuario antes del entrenamiento, mis compañeros de equipo hicieron un corrillo alrededor mío para ver cómo me las ponía. Quizás eso nunca pasó así, pero yo lo viví así.
Recuerdo que me duraron muchos años. Cuando se rompían, mi padre me las remendaba. Cuando la suela estaba reventada, yo me hacía plantillas artesanales con trozos de goma. Cada vez que le cambiaba los tacos, siempre de 2 centímetros, independientemente del estado del campo, parecía que estrenaba botas. En esa época los árbitros no revisaban los tacos, pero a mí me gustaba tenerlos siempre largos. Si había que cambiar el taco y se rompía la rosca, no había problema, se cambiaba la hembra y ya tenía botas nuevas…
Con el tiempo me compré otras botas. Pero siempre el mismo modelo. Cuando cerró Lafaja empecé a comprarme las botas en el Valles. Esta tienda mítica del Poble Sec barcelonés era visita obligada cada cierto tiempo. Allí me compré mis primeras camisetas de Gales o de Inglaterra, incluso alguna sin escudo, pero al tener las líneas horizontales, para mi eran como si fueran de los Barbarians o de los Lions.
El modelo Flanker fue evolucionando, pero yo siempre le fui fiel. Incluso en una época en que las primeras veces que me las ponía me hacían una llagas enormes en el talón. Algunos las bautizamos como Adidas Llagas.
No puedo recordar cuantas me llegue a comprar, 5 o 10 pares… ni idea. En el año 2006 planeé retirarme definitivamente. Calculé que cuando las botas que tenía estuvieran rotas, me retiraba. Todo estaba decidido. Pero un día paseando por los encantes viejos de Barcelona en una parada de zapatillas vi una caja Adidas con las letras mágicas "Flanker". La abrí y allí estaban mis últimas botas. Estas eran de tobillo bajo, era la primera vez que llevaba una botas bajas, pero es que Adidas ya no fabricaba de las alta. Pagué 15 euros por ellas. Creo que son las botas más baratas que me he comprado. Jugué un año más en División de Honor B (por cierto quedando terceros de nuestro grupo) y después me retiré.
He llegado a jugar con ellas algún partido de veteranos, incluso mi hijo ha jugado algún partido de sub18 con ellas. Por lo que cuando vi el cartel de “prohibido jugar con tacos de aluminio” en las puertas del vestuario mi mundo se derrumbó. Habían puesto césped artificial a nuestro campo en Cornellá y los tacos de aluminio se desgastaban demasiado y eran peligrosos.
Las guardo como reliquia, no creo que me las ponga nunca más. Siempre serán mis Adidas Flanker.

diumenge, 19 de juliol del 2020

Sospechosos Habituales


Había sido un día extraño. Habíamos ido a la comisaria de la policía Nacional en Sant  Ildefons a intentar ayudar a un amigo que había sido acusado injustamente de un crimen que, claramente, no había cometido.
La rueda de identificación había tal y como su abogado había dicho que iba a ir, el taxista no le había identificado.
Todos estábamos mucho más relajados y fue entonces cuando nuestro humor habitual empezó a fluctuar a su suerte. Los policías nos miraban con caras raras, pero nosotros, unos 15 mostrencos jugadores y ex jugadores de rugby (aunque técnicamente nunca dejas de ser jugador de rugby) estábamos en nuestra salsa. Ya empezábamos a movernos hacia la salida, cuando uno de los policías, familiar directo de uno de nosotros, nos pidió un favor.
-¿podéis participar en unas ruedas de reconocimiento?
Nos quedamos flipando con el ofrecimiento, pero como no podía salir nada mal, unos cuantos nos apuntamos sin dudarlo. Necesitaban gente con el pelo largo. Unos cuantos acompañaron al comisario escaleras abajo.
Cuando ya estaban volviendo, uno de nosotros pregunto si se iba a cobra algo por hacer esto. La respuesta del policía no pudo ser más clara
-si se cobrara,  lo haríamos nosotros los policías.
Por un momento me imaginé a un yonqui rodeado de policías, vestido de policías, en una rueda de reconocimiento.
En ese momento dijeron que necesitaban gente con la cabeza pelada. Ese era mi turno. Justo me había afeitado la cabeza el día anterior. Bajamos a los sótanos de la comisaria y nos pusieron en fila en una sala con líneas dibujadas en la pared. Entre Diego, un compañero del equipo,  y yo, dejaron un espacio libre.
A los pocos segundos entró un individuo con la cabeza afeitada. Nadie le miró la cabeza. Llevaba toda la cara amoratada de la paliza que le habían pegado. Iba en chándal y llevaba las zapatillas deportivas sin cordones. ¡Como para a no ser identificado!
Lo pusieron a mi lado. Me miro de abajo arriba, y a continuación dijo:
-¡pero que tíos más grandes!
No es que fuéramos muy grandes, es que él era algo canijo.
-por una  tienda en la diagonal, ¡pero si yo nunca voy por ahí! –sus palabras salieron como intentando tener una conversación con nosotros.
Diego rápidamente le contestó.
-¿no lo has hecho tú?
Justo en el momento que iba a contestar se abrió la puerta y entro el policía que conocíamos por ser cuñado de uno del equipo. Empezó a repartir unos números que afirmó que teníamos que aguantar en nuestro pecho. Al llega al “sospechoso” éste, que casi no se aguantaba de pie, dejó caer la tarjeta con el numero al suelo.
-que pasa, ¿que ni un papelito puedes aguantar?
La voz del policía resonó en toda la sala, el tono chulesco nos dejó a todos acojonados. Bueno, quizás a todos menos al que tenía que intimidar. Años después a este policía lo mataron en una comisaria de Murcia cuando otro sospechoso robó el arma de un policía y se lió a tiros con todos. Pero eso es otra historia.
Una vez salió el policía de la sala. Desde un altavoz nos fueron dando indicaciones, que nos fuéramos poniendo de lado o que diéramos un paso al frente.
Finalmente nos comunicaron que podíamos salir en fila, pero que nos fuéramos, que tenían que hacernos una foto. Yo supuse que era porque le habían identificado, aunque nunca nos lo confirmaron.
Meses después me encontré a mi prima, que trabajaba en el juzgado de Cornella, y me contó que me había visto en una foto durante un juicio. Supongo que sí había ido por la Diagonal.
¡Cómo me gustaría tener esa foto!

dilluns, 6 de juliol del 2020

hoy es mi cumpleaños!


Hoy cumplo 50 vueltas al sol. Es una cifra considerable y me gustaría que lo celebrarais conmigo. Está muy bien que pongáis algo en Facebook, a todos nos llena el ego el hecho de que personas que hace tiempo no vemos nos dejen un comentario en las redes, pero este año me gustaría que hicierais algo más. Os propongo una serie de cosas que podéis hacer para celebrar que cumplo medio siglo. Lo ideal es que lo hicierais conmigo, pero este mundo loco no nos deja tiempo para hacer todo lo que nos gustaría hacer. También os pido que no tardéis en hacerlo, lo mismo viene una pandemia y os quedáis encerrados en casa (os imagináis que pasara eso…).
Estas son las actividades que me gustaría que hicierais, y que mientras lo hagáis penséis un poco en mí.
Gracias
-          Ved Pulp Fiction
-          Leed un cuento o novela de Charles Bukowski
-          Escuchad canciones de Albert Pla (si tenéis poco tiempo empezar por Corazón o Hongos, si tenéis mucho tiempo, escucharlo todo)
-          Escuchad cualquier canción de Extremoduro.
-          Ved un episodio suelto de Lost.
-          Escuchad One Headlight de The wallflowers.
-          Mirad un partido de los All Black (cualquiera menos la semifinal del último mundial)
-          Ved El Planeta de los Simios (1968)
-          Tomaros una cerveza mirando un paisaje.
-          Escribid un cuento, o leed uno de los míos que podéis encontrar en este mismo blog.
-          Dad un beso a vuestra pareja, o a vuestros hijos, o a vuestros padres, o mejor a todos!
-          Abrazad a vuestros amigos ( con precaución, no os infectéis)
-          Cocinad un pastel y NO colguéis una foto suya en Instagram.
-          Pasead por una calle donde no haya nadie (rápido, antes de que lleguen los turistas)
-          Id a cine
-          Ves a un museo, escoge la obra que más te guste, obsérvala durante mucho rato, pregúntate porque te gusta tanto.
-          Pinta un cuadro en el que salga una ventana abierta.
-          Pasead por las calles de Sitges.