Dades personals

No te creas nada de lo que leas, y mucho menos de lo que no leas aquí.

dimecres, 19 de febrer del 2020

El Mercedes de August


August Massó i Cortada era un barcelonés orgulloso de serlo. Un auténtico barcelonauta que paseaba por su ciudad con la cabeza bien alta.
En Navidad paseaba por la Feria de la Gran Via y compraba caganers en la feria de Santa Llucia. Para la Mercé iba al piro musical a Montjuic. Incluso era de los barceloneses que habían ido a la Sagrada Familia a oír misa, no como turista.
Siempre le habían gustado los turistas, no era un tema que le preocupara. El gran crecimiento turístico de la ciudad era para él un motivo de orgullo. Sus vecinos del piso de que tenía en la calle Rogent estaban desapareciendo por culpa de los pisos turísticos que abrían uno tras otro. En su caso, al ser propietario, no le habían ni subido el alquiler ni finalizado el contrato, pero ya era el único de la escalera que había nacido en la ciudad.
A su mujer, Gisela, la había conocido en unas jornadas que Convergencia Democrática de Cataluña había organizado en su barrio. Ella era todo lo que él había esperado de una mujer, católica, obediente, discreta, sin mucha belleza, ya que así no atraería a las tentaciones…
Su trabajo el Caixa le llenaba plenamente. Hacia su jornada laboral con alegría y llegaba a casa a comer los cocidos que Gisela le preparaba con mucho amor.
El final de la carrera política de su admirado Jordi Pujol había sido una de las mayores decepciones que había tenido en su vida. Lo había vivido de forma discreta, no podía creer que un político de la talla del President tuviera tantos trapos sucios. Siempre lo defendió ante sus amigos y esto le supuso algún que otro problema. En 2010 con el inicio del “proces” se distanció totalmente de sus amigos convergentes. No es que no quisiera la independencia de Cataluña, es que no podía creer que los políticos convergentes pudieran trabajar codo con codo con los perro flautas de las CUP o con republicanos de Esquerra. Para él Artur Mar era un traidor más que se había vendido a la izquierda por seguir en el poder.
Había vivido el octubre de 2017 desde la distancia. No había querido ir a votar, ya que no creía que ese referéndum fuera válido. Todo habría cambiado si Jordi Pujol, o Marta Ferrusola en su caso, se hubiera pronunciado a favor del voto. Los palos de la policía le habían indignado, pero las detenciones de los dirigentes políticos le habían parecido algo razonable, nadie se puede saltar la ley.
Prácticamente había dejado de leer La Vanguardia y de ver TV3. De vez en cuando veía Antena 3, pero tampoco le convencía.
En febrero de 2020 le quedaban únicamente dos años para jubilarse y en la Caixa ya le habían avisado que posiblemente finalizarían su contrato en unos meses, así pasaría a cobrar el desempleo y después poder cobrar una jubilación digna. El dinero tampoco le importaba mucho. El no tener hijos y al llevar una vida discreta junto a su mujer, le había permitido ahorrar algo. Únicamente se iba a permitir un capricho. El día que su jubilara iría de viaje a Roma a ver al Santo Padre. El único problema era que el actual Papa no le gustaba nada, no estaba a la altura del Papa Wojtyla o de Ratzinger. Este argentino iba a acabar con la santa iglesia en muy poco tiempo. Tenía la esperanza que, para cuando se jubilara ya hubieran cambiado al Papa, aunque eso era algo difícil.
El 17 de febrero el señor Massó decidió salir de la ciudad para ir a su querida montaña de Montserrat.  Junto con su mujer Gisela, se dirigió al parking que tenía desde los años ochenta alquilado en la calle Mallorca, a coger su Mercedes GLA recién salido del concesionario. Era lunes y no había mucha gente por la calle. Cuando llegó a la planta baja donde estaba su coche se llevó la gran sorpresa de que su coche había desaparecido. ¡Eso no le podía estar pasando a él! ¡Él que siempre tenía todos los papeles en regla, que siempre pagaba todos los recibos!
Acudió a la comisaria a poner la denuncia por robo. Allí le indicaron que era difícil que el coche apareciera. Esos modelos se robaban para vender en el extranjero, por lo que iba a ser muy difícil que lo encontraran en buenas condiciones.
August y Gisela se fueron a casa totalmente decaídos. La semana que se había pedido de vacaciones no iba a ser nada buena. Casi era mejor volver al trabajo. Eso hizo al día siguiente. Pero allí le dijeron que no podía volver hasta el lunes siguiente, por temas del sindicato, no podía renunciar a sus vacaciones.
De repente todo se había complicado. Sin coche para ir de vacaciones. Sin posibilidad de ir al trabajo… solo les quedaba salir a pasear por Barcelona. Podían hacer de turistas en su propia ciudad. Se dedicar a pasear por los alrededores de la Sagrada Familia. Se hicieron fotos con los edificios de fondo. Incluso comieron en un McDonalds. Dieron vueltas por el barrio, contaron la cantidad de cafeterías clónicas que habían abierto, Garnier, Vivari, 365, l’Obrador…
A los tres días August fue al parking a ver si los vigilantes habían encontrado alguna pista. Y cuál fue su sorpresa que su querido coche estaba aparcado en su plaza como si no hubiera pasado nada. Abrió con su llave y certificó que el coche estaba impecable. Ni un golpe, ni una rascada, nada de nada.
En el asiento del copiloto encontró una hoja que decía el siguiente texto:
“apreciado dueño de este coche, nos hemos llevado el coche por que lo necesitábamos para hacer un viaje de última hora. Se lo devolvemos en perfecto estado y con el depósito de gasolina lleno. Le adjunto unas  entradas al teatro a modo de disculpa.”
Efectivamente, había 2 entradas al teatro Poliorama para el sábado 22 de febrero para ver la obra de teatro “La Importancia de ser Frank”.
August corrió a su casa para darle la noticia a Gisela. Después llamó a los Mossos y canceló la denuncia. Todo parecía que volvía a la normalidad.
Llegó el sábado y se puso sus mejores galas para ir al teatro. Hacía más de veinte años que no iba a teatro, siempre le había parecido cosa de rojos, pero esta vez iba a ir como si fuera al Liceo, tenía que celebrar su buena suerte.
Cuando acabó la obra, que por cierto, no le gustó en absoluto, August y Gisela tomaron un taxi en la Rambla para ir a casa.
Había sido una noche un poco decepcionante, pero ya era hora de llegar a casa y empezar a pensar en ir a trabajar el lunes.
Al entrar en casa se dio cuenta de que algo no iba bien. Él había dejado la cerradura cerrada con doble vuelta y ahora ya no estaba así. Todo el piso estaba revuelto, las joyas, el dinero, todo lo de valor había desaparecido. Televisiones, teléfonos, aparatos electrónicos, ya no estaban. Toda la ropa de la pareja estaba tirada por el suelo, no habían dejado nada por remover. Los ladrones se habían tomado su tiempo, sabían que la obra duraba más de dos horas y aprovecharon el tiempo. Ningún vecino vio nada. De hecho, ningún turista vio nada.
August salió corriendo al parking de la calle Mallorca. En el sitio donde tendría que estar su coche, había un cartel con el siguiente mensaje:
“espero que os gustase la obra de teatro, gracias por todo”.

dijous, 6 de febrer del 2020

Sangre en Sitges


(Primera parte)
Se esperó a que no hubiera nadie en los lavabos para salir. No se oía ni una mosca, pero él sabía que podía haber alguien fuera. El cuerpo de Sergio pesaba como un muerto. Bueno, es que estaba muerto. El corte en la garganta había sido limpio, no le había dejado pedir ayuda, pero había hecho que la sangre saliera por todos los lados. Le registró la cartera. Solo trescientos euros. Le sacó la acreditación que llevaba al cuello y se la puso con cuidado de no mancharse mucho con la sangre que chorreaba de la garganta de Sergio.
Salió de lavabo entrando en el grandioso hall del Hotel Meliá. Efectivamente nadie lo vio salir ni entrar en la gran sala justo en el momento que empezaba la proyección. Siempre había sido muy fan de Kevin Smith, y poder ver TUSK como primicia en este festival iba a ser de lo más grande que había hecho nunca. El asesinato de Sergio únicamente culminaba parte de su obra. No le dejaba satisfecho, pero le calmaba por unos meses. Siempre y cuando no le pillaran. Pero eso no iba a pasar, había tomado suficientes medidas como para que nunca le pudieran relacionar con los asesinatos.

El comisario Llebot llegó al Hotel a las 7 de la mañana del día 12 de octubre de 2014. Entró al hall del hotel sorprendido de que no hubiera nadie esperando. Se acercó al mostrador y la recepcionista con gran diligencia le preguntó que qué podía hacer por él en un perfecto inglés de academia barata.
-         Soy comisario de la policía, me han llamado asegurándome que había habido un incidente.
-         Si, hola ¿qué tal?, están en el hall del auditorio, saliendo por la puerta principal a la derecha.
-         ¡Pero si vengo de ahí!
-         Siga la alfombra roja y los encontrará. Un compañero suyo esta a allí desde hace horas.
El comisario salió por donde le indico aquella pepona de barrios bajos con aires de azafata del un, dos, tres, y llegó hasta la alfombra roja que le había dicho.
Efectivamente, la alfombra dirigía a otra entrada del hotel. Fue entonces cuando se dio cuenta que aquello era la entrada a un autentico festival de cine. Con carpas, paneles para hacerse foto y toda la parafernalia. Había oído hablar del festival de cine de Sitges, pero nunca había ido allí. Ni al festival, ni a la ciudad.
El sargento Arias le estaba esperando en el interior. Se acerco a él rápidamente en cuanto le vio.
-         ¡Buenos días comisario!
-         Buenos días, ¿Qué tenemos?
-         ¡Muchísima mierda!
-         Ya será menos
-         Sergio Puerta, treinta y tres años. Degollado en los lavabos del cine. El asesinato debió ser sobre las 11 de la noche de ayer. El cine ha estado pasando películas hasta las tantas, pero como el asesino cerró el lavabo por dentro, no lo han encontrado hasta que las de las de la limpieza han ido a limpiar.
-         ¿Arma?
-         Una navaja o un cuchillo, no está en la escena del crimen.
-         ¿le falta algo?
-         Lleva la cartera vacía, pero podía ser que no tuviera ni un duro. No encontramos la entrada.
-         ¿Qué entrada?
-         La del cine
-         ¿Pero esto no es un festival?
-         Sí, pero todos llevan entrada
-         ¿Y que esa mierda que todos llevan colgada?
-         Supongo que es una acreditación.
-         ¿Y el tal Sergio no la llevaba?
-         No. Pero puedo preguntar si tenía alguna.
-         ¿Has visto ya las cámaras de seguridad?
-         No, le estaba esperando a usted
-         Pues vamos a verlas.
-         ¡Buenos días! Soy Antonio, el director del festival – dijo Antonio López, el que era director de festival desde hacía veinte años.
-         ¡buenos días!
-         ¿Cuándo podremos usar la sala?
-         Esta sala va a estar cerrada unas cuantas horas…
-         No puede ser, ¡tenemos maratón!
-         Aquí no va a pasar nadie más que los de la científica, y cuando estos acaben vendrá el juez, y cuando levante el cadáver, podrá entrar el equipo de limpieza.
-         Esto no puede ser, ahora mismo llamo al Conseller de Cultura y lo arreglo todo.
-         Puede llamar al Papa de Roma si quiere, pero aquí no va entrar nadie.
-         ¡Eso ya lo veremos! –dijo el director saliendo de la estancia.
Arias entró en el lavabo, mirando de reojo para ver si el comisario le seguía. Los dos llegaron hasta el lavabo donde Sergio aun seguía sentado en la taza del váter con la misma expresión de la noche anterior.
-         hemos mirado todo y creo que no hay ni una pista
-         que los de la científica lo huelan todo.
-         Ok, vamos a ver las cámaras.

Arias y Llebot llegaron al despacho donde estaba la seguridad del hotel. Un vigilante delgaducho y con pinta de rata de biblioteca les indico que se sentaran junto a unos monitores colgados de la pared.
-         Dentro del lavabo no hay cámaras, lógicamente, es ilegal. Pero en la entrada y el hall hay tres. Que horas quieren ver?
-         Tenemos que verlo todo, y queremos que envíe una copia a la central.
-         Ok, no hay problema por el envío. Y ahora ¿que quieren ver?.
-         ¿Que se hizo aquí anoche?
-         Buff!!!!, todo el día pasando películas, desde las 8.00 de la mañana hasta las 6,30 de la madrugada.
-         Sobre las diez treinta ¿que pasó?
-         A las ocho se proyectó BURYING THE EX, de Joe Dante,
-         Ese quien coño es?
-         El director de GREMBLINS.
-         De ¿qué?
-         Un clásico ¡tío!
-         Ni idea, ¿qué más?
-         Acabó a las diez treinta y a las once hicieron TUSK, de Kevin Smith.
-         ¡Ni flores!
-         Si hombre, ¡el de CLERKS!
-         Nada
-         Fijaros aquí como entra toda la gente.
-         ¿Van todos de uniforme?
-         ¿Qué dices?
-         Si hombre, parece que van todos vestidos igual, todos de negro.
-         Es el tipo de persona que viene a este festival
-         Y todos llevan acreditación colgando.
-         Todos no, alguno solo llevan la entrada que han comprado.
-         ¿Cómo puedo saber si Sergio Puerta estaba acreditado?
-         Preguntando a organización, ellos tienen la lista de todos los acreditados, por prensa, por VIP, por compra…
-         Y este es el ultimo en entrar…
-         Y precisamente sale del lavabo.
-         Si pero después se hicieron muchas más proyecciones.
-         Hasta que el forense no nos diga la hora exacta, creo que este, es nuestro sospechoso, dijo Llebot parando la imagen y señalando a Junior.
-         No creo que saquemos una imagen de él mejor (continuará)

(

dissabte, 1 de febrer del 2020

Fotos de historia

La fábrica de Airgam de L’Hospitalet estaba abandonada desde hacía treinta años. Tras una época brillante, en 1987 habían hecho suspensión de pagos. Las ventas de la campaña de navidad no cubrían las deudas de casi 250 millones de pesetas que tenían. 140 personas se habían ido a la calle. No había nada que hacer, la fabricación de juguetes no era un negocio rentable en la España de finales de los 80. La fabricación de juguetes en china había hecho que nada de lo fabricado aquí fuera competitivo.  Después de veinte años de éxitos vendiendo, sobretodo, muñecos de plástico, el sueño había llegado a su fin.
            Marc aparcó su citroen Xsara a unos 50 metros del número 157 de la carretera del Mig en L´Hospitalet, donde estaba la fábrica de Airgam. Ya desde la Avinguda Marina, había visto el rótulo de Airgam pintado en la pared. Habían pasado veinte años, pero aun nadie se había dignado a pintar sobre la pared lateral. Nadie lo había hecho porque nadie había entrado en esa fábrica desde que se fue su último trabajador. Marc pretendía hacer unas fotos de la fachada. Había oído que aún se podía leer el nombre de la empresa, y pensó que sus fotos quedarían perfectas en su nuevo blog. Historia de las fábricas de juguetes de Barcelona iba a ser un bombazo. Estaba haciendo un recorrido por todas las fábricas de juguetes que habían cerrado por la zona y lo iba a publicar en su blog. Creía que iba a ser muy original y que tendría muchas visitas.
            Según se iba acercando, sacó su cámara de fotos y fue disparando una cantidad inmensa de fotografías. Fotografió el frontal del edificio y los dos laterales. Fotografió la puerta de entrada e, incluso los timbres de acceso. Todo parecía semiabandonado. No parecía haber ningún tipo de actividad, ni en el interior ni en el exterior. Se acercó a la puerta y puso las dos manos contra el cristal con intención de mirar sin reflejos. Fue entonces cuando la puerta cedió hacia adentro. No estaba la llave echada. La sorpresa de Marc fue enorme, pero su curiosidad era más grande que el miedo a ser pillado y eso hizo que entrara a la fábrica. La estancia estaba sucia y llena de polvo, pero no había resto de actividad. No había papeles y rastro de nada que indicara que ahí hubiera ningún tipo de movimiento. Marc probó a abrir las puertas que daban a los laterales y estaban todas cerradas.  Subió las escaleras que accedían al primer piso. Allí estaban todas las puertas abiertas. La estancia era enorme, parecía ser el sitio ideal para poner maquinas que fabricaran juguetes. Ahora estaba totalmente desierta, pero él pudo imaginar que únicamente hacia diez años allí había habido un movimiento extraordinario. Gente moviéndose para arriba y para abajo. Carretillas elevadoras, traspales, operarios apilando cajas, oficinistas revisando pedidos… todo aquello había pasado. Allí ahora solo había un vacío enorme que conmovió a Marc de manera intensa. Fue haciendo fotos por toda la estancia y subió al piso de arriba. Allí no había nada. Suerte que los ventanales dejaban pasar la luz de día, porque por no haber, no había ni fluorescentes.
En la última planta encontró unas puertas que daban a estancias más pequeñas. Supuso que serían las oficinas de la dirección. Se imaginó que allí había estado Josep Magriá y sus trabajadores más de 20 años. No dejo de hacer fotos en ningún momento. Le iba quedar un reportaje esplendido, seguro que sería el que más visitas iba a tener. Sin darse cuenta pasó allí más de dos horas investigando y observándolo todo. Busco algún mueble, pero nada habían dejado que pudiera contener ni un papel, una factura que pudiera llevarse como trofeo. Se iba a tener que conformar con las fotos de las estancias. Por su cabeza había pasado todo el rato la posibilidad de encontrarse una caja olvidada en un rincón. Una caja que al abrirla contuviera varias series de Airgam Comics o algo mejor. Pero nada de eso paso. El vacío más absoluto.
Ya eran las cinco de la tarde y empezaba a hacerse de noche. No hacia frio para ser febrero, pero el hecho de oscurecer hacía que pareciera que el invierno fuera a llegar de repente.
Salió de la fábrica pensándose que se encontraría a alguien, que alguien habría llamado a la policía que se encontraría en un problema. Pero nada de eso sucedió. La calle seguía vacía y a nadie le importaba que él estuviera allí.
Se subió al coche mirando a ambos lados, aun tenía la sensación de estar haciendo algo malo. Cogió su cámara de fotos y revisó una a una todas las fotos que había hecho esa tarde. La verdad es que era un material esplendido. Él estaba radiante, estaba en una nube. La mezcla de haber hecho algo malo (colarse en una fábrica) y tener un material excelente producía en el una sensación de éxtasis.
Arrancó el coche, puso la primera y cuando el coche empezaba a circular, notó como desde el lado izquierdo algo impactó contra la puerta izquierda trasera.
No le dio tiempo más que a aparcar nuevamente a la derecha y fijarse que era un gran coche gris el que le había chocado por detrás. El coche gris aparcó delante de él.
Marc se bajó y fue directamente a ver cómo había quedado su coche. No había sido un gran impacto, pero la puerta trasera había quedado completamente hundida. La rueda no se había visto afectada por centímetros. Calculó que podría llegar a su casa, pero que la reparación del vehículo iba a ser imposible. Un coche de más de 20 años no lo iban a poder arreglar. El seguro iba a dar de baja al coche.
Todas estas ideas pasaban por su cabeza cuando se dio cuenta que no se había preocupado por el conductor del coche gris. Miró hacia delante y vio cómo se bajaba del Nissan Qashqai una chica de unos treinta años, morena, alta y esbelta. Iba vestida con unos pantalones negros y un jersey de cuello alto negro también. Llevaba los labios pintados de rojo intenso y su cara reflejaba una serenidad absoluta.
-hola, ¿te has hecho daño?
-no, ¡pero mira como me has dejado el coche¡ -casi gritó Marc.
-perdóname, no te he visto.
-pero ¡si yo iba por mi carril y tu me has envestido!
-se me ha girado el volante a la derecha sin querer, ¿me puedes perdonar?
Marc estaba muy nervioso. Los acontecimientos del día habían sido demasiado. Y ahora se iba a quedar sin coche por culpa de una niñata.
-necesitas sentarte –dijo Nieves, que así se llamaba ella.
-no necesito sentarme, ¡necesito un coche nuevo! –dijo Marc con un poco de agresividad.
-no te enfades conmigo, el seguro lo arreglara todo. En la vida hay cosas más importantes que tu coche. Seguro que todo se arreglará –dijo Nieves poniéndole la mano sobre el hombro.
En ese momento le llegó a Marc el olor al perfume que Nieves llevaba. Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo atractiva que era. Y eso empezó a relajarlo un poco.
-¿podemos hacer un parte amistoso?, mi padre me matará si llego con otro golpe a su coche.
-no se…
-venga hombre, hay que tomarse la vida de otra manera. A lo mejor esto es algo bueno. El destino ha querido que nos uniéramos así.
-¿qué quieres decir?
-que a lo mejor este encuentro no es casual. Que tú y yo estábamos destinados a conocernos. ¿No crees en el destino?
-no, no lo sé –dijo Marc dubitativo. Una pequeña erección se había iniciado en su entrepierna.
-mira, vamos a relajarnos. Yo iba a casa de una amiga a cenar y llevo esto en el coche… -dijo Nieves entrando en su coche y sacando una bolsa del Corte Ingles.
-¿qué es eso?
- un Vega Sicilia de 1986. Toma. –Dijo Nieves pasándole la botella a Marc- bebe un poco que así te relajaras y luego nos vamos a tomar algo.
Marc cogió la botella y dio un pequeño trago. Nieves le miraba y con los ojos le animó a que bebiera más. Marc no lo dudó y bebió de un trago más de la mitad de la botella.
Entonces ella cogió la botella, vació el resto del vino en la alcantarilla que había al lado y metió la botella vacía en el coche de Marc.
-y, ¿ahora qué hacemos? –dijo Marc algo dubitativo.
-esperamos a la policía –dijo Nieves marcando el número de la policía local.