
Manel Carbajal conectó el aire acondicionado
de la tienda. Ésta estaba situada en la calle Amargós de Barcelona. Era una
calle muy estrecha situada en el barrio gótico que hacía que la tienda
pareciera más siniestra. Las miles de figuras, coches, juegos de mesa, discos y
libros que se acumulaban en las estanterías, hacían juego con la oscuridad de
la calle. Era septiembre y el calor era insoportable. Los turistas llenaban la
ciudad de Barcelona y él no podía dejar pasar la oportunidad de hacer alguna
venta. El negocio no acababa de funcionar. Llevaba veinte meses abierto y los números
no salían. La venta de objetos de coleccionismo, sobretodo juguetes antiguos, no
tenía la salida que él pensaba que iba a tener. Llevaba más de quince años
vendiendo por mercadillos y pensaba que si tenía un local en el centro de Barcelona,
podría llegar a tener una cartera de clientes fieles que, junto con los
turistas que inundaban la zona, hiciera que pudiera vivir de lo que hasta ese
momento era su hobbie.
Encendió todas las luces de las
vitrinas, dejo su mochila de Mazinger Z colgada en el armario que había detrás
del mostrador, y se dispuso a ordenar la vitrina de los cochecitos Dinky Toys.
Llevaba más de dos semanas queriendo cambiarlos de sitio. La compra que había
hecho el día anterior, había supuesto que por fin se decidiera a ordenarlos.
Había comprado en el mercado de anticuarios de la plaza de la Catedral un
camión Dinky Toys azul con publicidad de Ever Ready. Llevaba su caja y estaba
en un estado impecable. Había pagado 50 euros y esperaba sacar unos 120.
Limpió el polvo y movió con cariño los
coches, camiones y vehículos varios, dejando la vitrina totalmente ordenada.
Hizo unas cuantas fotos con su Nikon D3000. Se sentó en el taburete de ikea que
tenía detrás del mostrador y se dispuso a colgar las fotos en su cuenta de
Instagram y su cuenta de Facebook. Si no se vendía rápidamente, subiría el camión
Ever Ready a su página de Ebay, pero primero prefería intentar venderlo en la
tienda.
Una vez subidas las fotos, se quedó en
silencio. El aire acondicionado empezaba a hacer efecto, y la pequeña tienda
empezaba a tener un clima más que agradable. Por su cabeza empezaba a rondar la
idea de que el sueño se había acabado. Iba a tener que cerrar la tienda.
Tendría que empezar a buscar trabajo. No creía que pudiera volver a vender en
mercadillos. Su paciencia se había acabado. Estaba con esos pensamientos cuando
la puerta de la tienda se abrió y entró un cliente. Eran un hombre alto, muy
alto, vestido con una camisa negra y unos pantalones de bolsillos del
Decathlon. Estuvo un rato mirando por las diferentes estanterías que estaban
llenas de objetos. Finalmente se dirigió a Manel.
-
Hola, ¿tienes figuras de Masters del Universo?
-
Hola, Bon Dia, en estos momento no tengo nada, lo siento. ¿Busca
alguna figura en concreto?
-
No, cualquiera, estoy empezando a recuperar los que tuve de pequeño.
-
Pues ahora no tengo ninguno.
-
Gracias, ya iré pasando.
-
Cuando quieras.
Se
dirigió hacia la salida, y cuando ya había abierto la puerta, se volvió a
dirigir a Manel.
-
¿Sabe que mi familia tenía una tienda en este mismo local en los años
sesenta?
-
¿En este mismo local?
-
Si, era una mercería.
-
Pues no sabía nada, no conozco a los dueños.
-
A mi familia se la quitó La Caixa, hace ya más de 30 años.
-
Los bancos, siempre haciendo amigos.
-
Este lugar es mágico. Un placer saludarle.
-
Hasta pronto.
Manel se quedó en silencio pensando lo que
este misterioso personaje he había dicho. El lugar es mágico…
Un mensaje en su móvil le sacó del trance. Un
cliente le preguntaba si tenía algún Madelman original de caja roja.
-
Ya me gustaría a mí. –se dijo a sí mismo-
El resto del día transcurrió como otro día
normal. Cerró al mediodía para ir a comer y volvió a la tienda a las cinco de
la tarde. Esa tarde no entró nadie en la tienda. Manel cada vez tenía más claro
que esto era el final.
Al día siguiente Manel llegó a
la tienda a las nueve de la mañana, una hora antes de abrir. Conectó el aire
acondicionado y se dispuso a buscar en el almacén una caja en la que él creía
recordar había una figuras de Star Wars de las primeras que sacó Kenner. No
tenía claro donde, pero sabía que estaban en una caja en el almacén. Entró en
la pequeña estancia que había al fondo de la tienda. Fue dejando las cajas
llenas de objetos en la superficie de la tienda hasta que llegó a la pared del
fondo del almacén. No encontró la caja de figuras, pero se dio cuenta que en la
pared había algo pintado. Despejó totalmente la pared, pero la escasa luz no le
permitía ver qué había pintado. Fue al mostrador a buscar una linterna. Iluminó la estancia. Él no
recordaba que estuviera esa pintura cuando alquiló el local. En la pared se
podía ver un dibujo de una carpa de circo rodeada con las siguientes palabras: “Este
lugar es mágico”.
Sacó el teléfono de su bolsillo y se puso a
hacer fotos. ¿Qué quería decir esa frase que le había dicho el misterioso
cliente el día anterior y ahora podía leer en la pared de su tienda?
Se sentó en su taburete, pasó las fotos al
ordenador y se dispuso a inspeccionar la pintura. No sacó nada en claro. Buscó
en Google, pero no encontró nada relacionado, las referencias eran demasiado
vagas, poco concretas.
Se acercó a la pintura. Pasó la mano por
encima y notó que cedía hacia dentro. No estaba pintada sobre la pared, estaba
pintada sobre un papel. Parecía que detrás del papel no había pared. Hizo un
corte de arriba abajo y el papel se abrió como una cortina. La imagen que le
vino a la cabeza era la de Andy Dufresne entrando en el túnel que había
construido para salir de la prisión en la película Cadena Perpetua, aunque aquí
no estaba Rita Hayworth.
El túnel era muy oscuro. Utilizó la linterna,
pero no se podía ver el final. Poco a poco se fue introduciendo en él. Llevaba
casi veinte metros cuando empezó a ver una luz al final del túnel.
Cuando llegó al final se dejó caer al suelo.
Estaba exhausto. Había andado con la espalda encorvada hacia delante durante
demasiado tiempo. Esperó unos segundos a que sus ojos se acostumbraran a la luz
y empezó a inspeccionar el lugar al que había llegado. Era una estancia llena
de estanterías que estaban llenas de cajas de colores. Toda la estancia le
parecía muy familiar. Parecía que ya había estado allí. No era un déjà vú. Al
entrar en la estancia más grande se dio cuenta que estaba en su tienda. Pero
todo era diferente. Era su tienda, pero habían desaparecido los juguetes, los
discos, los comics… todo. Ahora en su lugar había muebles con cajoncitos. Había
un mostrador, pero claramente no era el suyo. La caja registradora era un
aparato enorme, parecía muy antigua, aunque su estado de conservación era
perfecto. Las luces estaban apagadas, todo lo que podía ver era gracias a la poca
luz que entraba desde la puerta que daba a la calle. Intentó abrir, pero estaba
cerrada con llave. Se echó la mano al bolsillo, saco su llave y la introdujo en
el cerrojo. Abrió con un suave movimiento. Salió a la calle.
La calle Amargós estaba totalmente vacía. Se
dirigió hacia la calle Comptal. Todo era muy familiar, pera era completamente
diferente. Cuando estaba a punto de llegar al cruce, un enorme ruido le llamó
la atención. Era un SEAT 1500 taxi de Barcelona que pasaba por la calle
Comptal. La calle había dejado de ser peatonal. La calzada lo ocupaba casi
todo, apenas había dos palmos de acera en cada lado. Fue entonces cuando empezó
a ver gente. Curiosamente todos iban vestidos como si fuera una película de
época. Muchos hombres llevaban corbata, otros muchos incluso llevaban sombrero.
No reconoció ninguno de los comercios de la calle, los de venta de objetos para
el turismo habían desaparecido. Caminó hasta la calle Portal del Àngel
observando minuciosamente todos los detalles.
Estaba completamente alucinado. Algo
misterioso había pasado y no eran imaginaciones suyas. Necesitaba preguntarle a
alguien si sabía que es lo que había pasado, pero no quería llamar la atención,
por lo que se dirigió al kiosco que había en la calle portal del Àngel. Se
acercó y cogió un de los periódicos que había allí expuestos. Rápidamente miró
la fecha. Lunes 14 de septiembre de 1969.
Un escalofrió recorrió su espalda. Había
viajado en el tiempo.
Quiso comprar el periódico, pero al ir a
pagar se dio cuenta que los euros que
llevaba en el bolsillo no le iban a servir de nada. Dejó el periódico en su
sitio y le pregunto la hora al vendedor, que ya empezaba a mirarlo con cara de
desconfianza.
-
las 10 y cuarto.
Tenía que volver a su tienda,
esto no podía estar pasando… corrió hasta la calle Amargós como si el diablo le
persiguiera.
Al llegar a su tienda, vio que
ya había abierto. Mercería Bergaz. Era el rótulo que había en lugar del que
antes ocupaba el nombre de su tienda.
Empujó el pomo de la puerta y entró. Una
señora de más de noventa años estaba sentada detrás del mostrador. Ni siquiera
levantó la mirada. Parecía que no se había dado cuenta de su existencia. Manel
entró en el almacén y se introdujo en el túnel. A los pocos minutos llegó de
regreso a su tienda. Fue directamente al su mostrador y comprobó en su móvil la
fecha y la hora. 14 de septiembre de 2019, las 10:20 de la mañana.
Había encontrado un túnel que
recorría 50 años en el tiempo.
No podía creérselo, pero era verdad, no lo
había soñado. Cerró la tienda y se fue corriendo a su casa. Pasó la tarde
navegando por Internet, buscando en la hemeroteca de La Vanguardia y de El
Mundo Deportivo. Buscando una información que le pudiera ser útil cuando
volviera, porque estaba seguro que iba a volver.
Ese lunes, en 1969, el Mundo Deportivo
informaba que Ángel Nieto había ganado su primer título de campeón del mundo de
moto ciclismo, el Barça había empatado a 3 en el campo del Madrid y el Español
estaba en segunda y había 15 acertantes de la quiniela que ganarían 1.595.673
pesetas. La España franquista no daba para mucho más, pero esa información era
más que suficiente para hacer realidad sus planes.
El martes por la mañana, antes de ir a la
tienda, pasó por la Numismática Monge en la calle Boters y compro 4 billetes de
1000 pesetas con la imagen de San Isidoro de 1965 y 10 billetes de 100 pesetas con
la cara de Gustavo Adolfo Becker de 1964. Se gastó algo más de 60 euros. No
sabía muy bien que iba a hacer, pero tenía claro que iba a investigar la
Barcelona de 1969.
Entró en la tienda, cerró por dentro y se
dirigió al fondo de su almacén. Entró por el túnel. En la tienda no había
nadie. Salió a la calle. Sin que nadie le mirara sacó del bolsillo su teléfono
móvil. No había satélites a los que conectarse, por lo que, tal y como pensaba,
el móvil no pudo decirle, ni la hora, ni el día en el que estaba. Caminó hasta
el kiosco de Portal del Ángel y compró La Vanguardia. Cuando fue a pagar el
periódico con un billete de cien
pesetas, cuando el periódico valía solo cuatro pesetas, el quiosquero le
fulminó con su mirada. Era quince de septiembre de 1969. El portal temporal se
movía en cincuenta años, cuando pasaba un día en la actualidad, pasaba un día
el pasado.
Paseó por el centro de Barcelona observándolo
todo como un niño en la cabalgata de reyes. Desayunó un bocadillo de jamón y
una cerveza en el Restaurante Nuria de la Rambla. Era la primera vez que
entraba, al no haber turistas la sensación era muy extraña. De fondo sonaba la
radio con voces que hablaban sin que nadie les hiciera caso. Pagó su
consumición en la barra y le pidió al camarero que le diera un boleto de la
Quiniela. Sacó de su bolsillo los resultados que había sacado de la Vanguardia
de la semana siguiente y rellenó únicamente una columna. Zaragoza-Pontevedra 1,
Celta –Sabadell X, Elche – Real Madrid 2… rellenó todas las casillas
preocupándose de poner un 2 en el Barcelona- Coruña. Sabía que iba a ganar el
Barcelona, pero no quería ganar una de 14, no podría cobrar tanto dinero sin
presentar el carnet de Identidad. Con una de 13 resultados sacaría suficiente
dinero para gastar a lo grande en sus incursiones en el pasado.
Llegó a la Plaza Cataluña y se quedó embobado
con la fachada de El Corte Ingles. Entró y se dirigió al departamento de
juguetes que estaba en la segunda planta. Nunca se hubiera imaginado lo que iba
encontrar ahí. Coches de juguete de la marca Rico y Jyesa, circuitos de
scalextric, muñecas,.. Todo lo que él siempre había soñado con poder vender en
su tienda. Estuvo deambulando por toda la planta, hasta que vió lo que había
estado buscando. Detrás de un mostrador había una vitrina donde tenían
unos cochecitos de unos 10
centímetros guardados en sus cajitas amarillas. Una dependienta se le acercó.
-¿puedo ayudarte?
- me gustaría llevarme unos de estos.
- tienes muy buen gusto. Estos Dinky Toys
están fabricados en Barcelona por la casa Poch, son iguales que los franceses,
pero con alguna otra diferencia. ¿Los quiere para regalo?
- no, son para mí.
- oh, ¿eres coleccionista?
- algo así.
- ¿qué modelos te interesan?
- ensáñame el Fiat 850 y el Citroën 2
Caballos.
La dependienta le pasó de la vitrina los dos
modelos y se los dejó encima del mostrador. Manel los observó con detención,
verificando que las cajas llevaran el logo de Poch.
-¿cuánto valen?
- 750 pesetas cada uno. Son
caros, pero es que se han fabricado muy poscas unidades.
- me voy a llevar 2 unidades de
cada modelo.
-perfecto.
-¿te quedan más?
-si, creo que hay unos 10 unidades de cada
modelo.
-entonces volveré
-perfecto, si vuelves pregunta por mí, por
favor.
-Vale.
-más que nada porque vamos a comisión y
últimamente no me están saliendo los números.
-ah!,
entendido.
Manel cogió la bolsa que la chica le ofrecía
después de pagar las 3000 pesetas, y cuando ya se estaba alejado ella le dijo,
-me llamo Patricia.
-yo Manel…
Manel estaba algo desconcertado. Estaba
ligando con alguien que podía ser su abuela. Tenía que tener cuidado con lo que
hacía, no podía cambiar el futuro. Cualquier acción en 1969 iba a repercutir en
2019. Aunque, si lo pensaba bien, el hecho que él llegara al pasado ya había
ocurrido, por lo que el futuro no iba a cambiar nada.
Estaba con estos pensamientos, cuando de
repente vió los Madelman. Tenían pocos modelos, pero había algunos que él solo
había visto en el catálogo. Buscó a Patricia y compró el Mecánico Estación de
Servicio y el Hombre Rana. Solo tenía dinero para estos dos, costaban 695
pesetas cada uno.
Con las bolsas colgadas en el brazo salió
disparado con la intención de volver a su tienda. Caminó por la calle Portal
del Angel. Y justo antes de llegar a la plaza de la catedral se acordó que por
ahí había una juguetería que, posiblemente, estaría abierta en esa época. El
Palacio De Juguete estaba en la calle dels Arcs, era una juguetería de las de
toda la vida. Si en el Corte Ingles Manel había alucinado, en esta estuvo a punto
de desmayarse. Nancys, Madelman, scalextric, trenes, peluches, el sueño de
cualquier coleccionista. Decidió no preguntar precios y volver otro día con más
tiempo, y con mucho más dinero…
Llegó a su tienda y, nuevamente, estaba la
señora detrás del mostrador. La ignoró y entró en el túnel.
Pasó toda la mañana haciendo fotos a sus
nuevas adquisiciones y poniendo a subasta los coches en la plataforma Ebay y
los Madelman en Todocoleccion.
A las pocas horas tenían un montón de seguidores
y unas veinte pujas cada uno. Se iban a vender bien e iban a solucionar los
problemas económicos de la tienda, los lo menos los de ese mes.
Estuvo toda la tarde navegando por internet,
buscando información sobre 1969. Hizo planes para saber las cosas que se podían
hacer en ese año. Descartó ir a Los Angeles a ver en directo a The Doors en el
Whisky a GoGo, por lo complicado que iba a ser hacer un viaje tan largo.
Decidió que cuando consiguiera más dinero tenía que conseguir una documentación
para poder instalarse en 1969 como un ciudadano normal. Necesitaba un nombre
falso, para poder abrir cuantas en el banco sin despertar sospechas. Tenía que
comprar el local para que nunca la Caixa pudiera quitárselo a los antiguos
propietarios. Iba a ser difícil negociar con la anciana de la mercería, sobre
todo si sospechaba que él entraba y salía del fondo de su tienda. Había
demasiados cabos sueltos, demasiadas cosas en las que pensar antes de actuar.
Al día siguiente compró más billetes de 1000
pesetas, pero no pudo pasar por el túnel. No paro de entrar gente en la tienda
atraídos por los Madelmans y los Dinky que había colocado en el escaparate. Le
empezaron a llegar ofertas, la mayoría irrisorias. Iba a sacar más de 2000
euros por cada pieza, no pensaba en otra cosa.
El sábado a media tarde se vistió lo más
elegante que pudo y cruzó el túnel. Una vez en el exterior se dirigió a la
parada de taxis más cercana. Se subió en un Citroën DS 19. Su destino Muntaner
505.
El lunes a primera hora, cerró la tienda por
dentro y se introdujo en el túnel. Fue directo al bar Nuria a preguntar dónde
podía cobrar la quiniela de trece aciertos que tenía. Le dijeron que en
cualquier banco podría hacerlo. Entró en una oficina del Banco de Santander en
la Via Layetana y cobró las treinta mil pesetas que le habían tocado.
Se fue directo a El Palacio del Juguete.
Compró varias Nancy conjunto Presentación, un SEAT 1400C de Rico de color Verde y un Pegaso Z102 de
Rico. Cuando llegó a los Madelman, su sorpresa fue mayúscula. Resulta que
tenían unos cuantos Madelman de caja roja de la temporada anterior que no se
habían vendido. También tenían 5 Madelman Astronauta de caja azul. Cogió todo
lo que había comprado y volvió a su tienda.
Iba a
ganar mucho dinero, pero su mente no
estaba en eso. Esa noche iba a volver. Patricia no se imaginaba que esa noche
le iba a cortar la cabeza. Sus nuevos asesinatos iban a ser épicos.